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HISTORIA DE LAS ALPUJARRAS
La Alpujarra o Alpujarras, como muchos gustan de decir, haciendo referencia a que están ubicadas en las provincias de Granda y Almería, es una de las comarcas andaluzas con mayor personalidad, la cual, en los últimos años, ha ido aumentando vertiginosamente en interés turístico. La belleza, fuerza y contraste de su paisaje, sobre todo por los cambios de altitud -del Mulhacén a la Costa del Sol en 50 km-, la estructura de sus pueblos y la amabilidad de sus habitantes, junto a un pasado histórico donde aún se pueden oír las resonancias musulmanas, hacen de esta región una zona completísima desde el punto de vista turístico. A estos factores principales se unen otros que le dan un mayor realce, como es el caso de la gastronomía, las fiestas populares (destacan las romerías a la sierra y las fiestas de moros y cristianos) y una climatología muy contrastada que permite excursiones o deportes con un fondo marino o nevado.
Hay varias teorías sobre la procedencia del nombre Alpujarra, entre las que está la que lo hace provenir de uno de los primeros colonizadores musulmanes de la comarca, «Albujarra»; pero la opinión de muchos filólogos se decanta por el significado de «alba sierra». Sobre la procedencia de algunos nombres de pueblos y lugares de La Alpujarra hay una opinión equivocada al pensar que proceden del gallego. Esta idea surgió porque se produjo una colonización de campesinos de esta región tras la ex- pulsión de los moriscos pero, en verdad, los nombres, que analizaremos posteriormente, eran previos a dicha emigración.
El accidente más importante de la Comarca es Sierra Nevada, que ofrece el límite norte de la región. Tuvo anteriormente distintos nombres, como Orospeda, Solaria o Solair. Sierra Nevada es un marco incomparable desde un punto de vista geográfico y climático que se puede apreciar desde diversos puntos de La Alpujarra. En esta sierra se en cuadran importantes cumbres, destacando el Mulhacén, el más alto de la Pe- nínsula Ibérica, al que se encarama la localidad de Trevélez, y el Veleta, al que suben escalonadamente Pampaneira, Bubión y Capileira.
Entre los escritores que se han dedicado a esta región hay que destacar a dos. El primero de estos es el hispanista inglés Gerald Brenan, el cual inmortalizó la localidad de Yegen. Para conocer esta región, su evolución y significado, es imprescindible leer «Al sur de Granada», obra que realizó entre los años 1920 y 1930 desde la residencia que tenía en el pueblo de Yegen. El segundo autor en importancia es Pedro Antonio de Alarcón, escritor de Guadix que llevó a cabo, cincuenta años antes, un viaje por la comarca, con el resultado final de su libro «La Alpujarra».
Algo que impresiona a todo viajero que llega a esta comarca es la arquitectura de sus pueblos, sobre todo la de los enclavados en el Barranco del Poqueira. Son pueblos de calles estrechas, torcidas, empinadas y adaptadas a posibles nevadas, con la característica de la privatización del espacio público. Los terraos (tejados planos), están hechos con losas de piedra dispuestas horizontalmente sobre vigas de madera y cubiertas de launa, una arcilla abundante en la comarca que impermeabilizaen tejado. En estos terraos se pueden ver, en los meses de otoño e invierno, mazorcas de maíz y ristras de pimientos. También destacan los «tinaos», terrazas particulares llenas de flores que invaden el espacio público, siendo los más famosos los de Pampaneira. Otro aspecto original de la arquitectura de estos pueblos es el de las chimeneas, las cuales son de estructura cilíndrica y tienen que funcionar gran parte del año. Un elemento a destacar es la artesanía alpujarreña, que se pueda considerar clara heredera de su origen morisco. Lo más importante y que conserva mayor tradición es la confección de tejidos. En los últimos años se han instalado en la comarca numerosos talleres de artesanía que, además de los telares, han relanzado la cerámica e incluso la orfebrería. Esto ha hecho que numerosos artistas y artesanos, junto a músicos, pintores y poetas hayan escogido La Al pujarra como lugar de residencia.
El pasado árabe no sólo persiste en la artesanía sino también en las costumbres, fiestas y gastronomía; además se mantiene en nombres de pueblos, de zonas naturales e incluso administrat vas, como «la taha», especie de término municipal que todavía se usa con cierta frecuencia, como en Pitres, conocido como La Taha. Otra Taha histórica e importante es la de Juviles. Para conocer más sobre ello ver La Historia de la Taha de Juviles
El hospedaje en la comarca, debido al auge turístico, ha aumentado en plazas en los últimos años. Hay hoteles, hostales, pensiones y fondas. Es original de esta región la «casa de labranza» que se alquila a los viajeros en grupo. También se han instalado campings -Pitres y Trevélez- y una villa turística (Bubión).
La historia de Las Alpujarras tiene su momento culminante en la época de la dominación musulmana y, sobre todo, en el siglo XVI, cuando se produce la sublevación del pueblo morisco ante las tropas cristianas de Felipe II. Los demás apartados no son vitales para el conocimiento actual de la región, pero se destacarán algunos aspectos desde la Prehistoria hasta la actualidad.
Prehistoria. Los restos humanos más antiguos encontrados en Las Alpujarras pertenecen al período Mesolítico. Sobre el cuarto milenio antes de Cristo comienza el Neolítico en esta región; se encontraron enterramientos de esta época en la Cueva de los Murciélagos, cerca de Albuñol, a unos 10 km de la costa granadina.
Hacia el 2.700 a. de C. aparece un nuevo foco cultural, basado en la riqueza de la minería, en los límites orientales de Las Alpujarras; el asentamiento más importante se llama Los Millares, en la Sierra de Gádor.
En los siglos posteriores surge un nuevo foco cultural, esta vez al Oeste de La Alpujarra. Es la llamada cultura Megalftica, centrada en Antequera y Huelva, que se extenderá por toda Europa. Durante este tercer milenio antes de Cristo, La Alpujarra, encerrada entre infranqueables montañas, llevará una evolución más lenta.
La Edad de Bronce en España también comienza cerca de La Alpujarra; en Al mería se desarrolla la cultura de El Argar, que se extenderá por gran parte de Europa entre el 1700 y el 1400 a. de C. También en este milenio, en la Andalucía occidental, se desarrolla el poderoso y rico estado de Tartessos, de cuya historia hay todavía importantes lagunas.
En el primer milenio antes de Cristo comienza la colonización por parte de puebIos orientales: griegos, fenicios, cartagineses y, por el norte, celtas. Este período culmina con la colonización romana. Ninguno de estos pueblos dejó una importante huella en La Alpujarra, tan sólo la colonización romana en la costa, como en Almuñécar, donde quedan importantes restos de un acueducto y el columbario.
Con la llegada de los árabes, en el 711, se empiezan a conocer datos históricos sobre la región. Quedan relatos sobre los alpujarreños que los muestran como independientes guerreros y proclives al bandidaje. En el siglo X, se produjo una insurrección en el sur andaluz contra la creación del califato de Córdoba, encabezada por Omar ben Hafsún. El pueblo alpujarreño tomó el bando de la independencia, por lo que el propio Abd-el-Rah man III tuvo que cruzar Sierra Nevada, llegar a Ugíjar y, tras varios días de ase dio, tomó el castillo de Juviles, cerca de Cádiar. Ver más en: www.juviles.net
En la época de los reyes de taifas, a partir del siglo Xl, se produce el auge de la taifa de Almería, debido a la industria sedera; Las Alpujarras se convierten en un centro productor de seda. Esta época da lugar a dos importantes escritores alpujarreños: lbn Charaf e lbn Omar. En el siglo XIII el ámbito musulmán queda reducido al reino nazarí de Granada. Los administradores granadinos dividen La Alpujarra en tahas (grandes municipios) y se construyen castillos en cada término municipal. Hasta hace bien poco el cultivo de las moreras y los gusanos de seda han tenido mucha importancia en las Alpujarras.
A partir de 1487 empieza el cerco cristiano al Reino de Granada (aproximadamente las provincias de Granada, Málaga y Almería), lo cual se empeora con los problemas dinásticos entre Muley Hacén, El Zagal y Boabdil. Entre 1487 y 1488 caen las partes occidental y oriental del reino. Esta última parte, que estaba en manos de El Zagal, fue cambiada por un feudo perpetuo en Las Alpujarras para el contrincante de Muley Hacén y Boabdil, pero al poco tiempo fue expulsado a Africa, donde fue encarcelado.
El 2 de enero de 1492, Granada se rinde y Boabdil firma las capitulaciones. También se le concedió un feudo en Las Alpujarras, con residencia a orillas del Andarax (cerca de Ugíjar), pero, lo mismo que a su tío, le obligan a marchar a Africa; esto ocurre en octubre de 1493, estableciéndose en Fez. En los preparativos muere su mujer Moraima, enterrada, según se cree, en el castillo del Valle de Lecrín.
Por las Capitulaciones de 1492, los Reyes Católicos concedían a la población musulmana el respeto de sus creencias, usos y costumbres, así como de sus propiedades, pero los repartimientos de tierras a la aristocracia castellana y la política intransigente del Cardenal Cisneros provocaron sublevaciones, siendo la más grave la ocurrida en 1500 en Las Alpujarras; este primer levantamiento fue sofocado con dificultad. Con el reinado de Carlos V, las relaciones se suavizan, pero al llegar al trono Felipe II se renueva la intransigencia, que culmina con la pragmática de 1 567, por la que se prohíbe el empleo de la lengua árabe y la expresión de usos y creencias moriscas.
A fines de 1568, los cabecillas moriscos acuerdan un levantamiento general, pero el fracaso de la sublevación en la capital granadina hará que el conflicto se centre, durante más de dos años, en Las Alpujarras, controlando los rebeldes varios puertos por donde recibieron ayuda del norte de Africa. En el Valle de Lecrín, el 27 de diciembre de 1 568, es proclamado rey Aben Humeya. La solemne coronación se llevará a cabo días después en Cádiar, en un olivar. Aben Humeya, también conocido como Aben Omeya, procedía de una antigua familia musulmana emparentada con los Omeya. Su familia se había convertido al cristianismo, por lo que tenía el nombre de Fernando de Córdoba y Válor; al iniciarse el conflicto es cuando cambia su nombre.
Todavía en diciembre de 1568 los moriscos se hacen fuertes en el Valle de Lecrin, haciendo retroceder a las tropas cristianas mandadas por el marqués de Mondéjar, hasta que el 10 de enero éstas pasan el Puente de Tablate y entran en Las Alpujarras. Mientras, Aben Farag, lugarteniente de Aben Humeya, había hecho incursiones en Lanjarón y en otras localidades de La Alpujarra occidental, como en Órgiva. Las tropas cristianas, entre el 10 y el 18 de enero, fueron doblegando las tahas de Poqueira, Pitres, Juviles y Ugíjar.
Aben Humeya, que prefiere la guerrilla, marcha de nuevo a occidente retomando el Valle de Lecrín y el Puente de Tablate, por lo que deja incomunicadas a las tropas cristianas. En estos momentos entra en combate por la parte oriental, como refuerzo, el marqués de los Vélez. El de Mondéjar pasa de nuevo a la parte occidental pero los moriscos lo entretienen en el Peñón de los Guájares (camino de Salobreña), con lo que los moriscos penetran de nuevo en La Alpujarra.
Aben Humeya, que se esconde en la zona de Bérchules, Válor y Mecina Bombarón, es cogido en emboscada en esta última localidad, lugar de residencia de Aben Aboo, primo y luego sucesor del cabecilla morisco.
En los primeros meses de 1 569 se estaban produciendo atrocidades por ambos bandos, como los 800 muertos de Válor. En abril, toma el mando cristiano D. Juan de Austria, hermanastro de Felipe II. En mayo, la insurrección se abre y llega a la Axarquia, Sierra de Bentomiz, Baza y el oriente de Almería, aunque en junio serán derrotados los últimos moriscos malagueños (Frigiliana). Entre junio y julio, las tropas cristianas consiguen victorias en La Alpujarra oriental (Berja, Ugíjar, pero en agosto, los moriscos vuelven a tomar Padul y otros pueblos del Valle de Lecrín. El marqués de Mondéjar es alejado por D. Juan de Austria.
En octubre de 1569, se produce una conspiración contra Aben Humeya en Cádiar. Se mezclaron varios motivos: la ambición de Aben Aboo, el enfrentamiento de Aben Humeya con las tropas turcas, el odio de la familia de su mujer (por haber matado el rey morisco a varios de sus miembros) e incluso el móvil de los celos. Aben Humeya descansaba en Laujar de Andarax (al este de Ugijar). Fue asesinado por su primo, quien le sucedió. Fue enterrado allí, pero D. Juan de Austria, al terminar el conflicto, trasladó sus restos a Guadix. El segundo rey morisco empieza bien su reinado al vencer a los cristianos en Órgiva pero, al entrar en combate el hermano de Felipe II, tiene que retirarse a las alturas de la sierra. En estos momentos, los moriscos de Granada y La Vega ya habían sido expulsados a otras provincias. En octubre de 1570, tan sólo contaba el cabecilla morisco con 300 hombres. Al final es también asesinado y llevado a la capital granadina.
Tras ser sofocada la rebelión se procede a la expulsión de los moriscos supervivientes, que han sido calculados en unos 80.000; el destino fue Andalucía occidental, La Mancha y Castilla. Unos pocos millares pudieron permanecer hasta la expulsión general del país, en 1610, bajo el reinado de Felipe III. Gran parte del territorio de Granada fue devastado. Hubo una repoblación de campesinos de Galicia, León, Asturias y Castilla; en total 12.542 familias que repoblaron 270 lugares, perdiéndose para siempre unos 130 lugares. A partir de estas fechas se va produciendo un retroceso general de la comarca y un fuerte olvido histórico; tan sólo se puede reseñar su participación duran te la Guerra Civil española.
Tras el levantamiento del 18 de julio de 1936, la costa granadina, malagueña y almeriense quedó bajo el mando del gobierno de la República, así como la parte oriental y central de La Alpujarra. Los sublevados, que tenían la capital granadina en su poder, no se aventuraron más allá de Lanjarón. Orgiva fue evacuada y quedó entre dos líneas prácticamente hasta el final de la guerra. Las familias ricas huían a la capital y en el interior de la comarca se producían atrocidades por ambos bandos, más por rencillas personales que por verdaderos motivos políticos.
Desde el final de la primera guerra hasta 1568 coexisten los moriscos en el reino de Granada. En 1526 se se produce el llamado decreto de la Junta de la Capilla Real de Granada, donde se da una normativa exhaustiva que regula la vida y convivencia de los moriscos entre los cristianos. Los moriscos recaudan dinero para que el emperador Carlos I suspenda este decreto durante 40 años. Pasado este periodo, en 1567, los sectores cristianos más ultras intentan aplicarlo, aunque Felipe II no está convencido del todo en llevarlo a cabo, pero sectores de la Iglesia -la inquisición- recuerdan a Felipe II que debe hacerlo, pues ha sido el mayor valedor del concilio de Trento.
Segunda guerra: Es la más importante y la que se reconoce como la guerra de los moriscos. El viernes, víspera de la navidad de 1568 hay un levantamiento de los moriscos en las Alpujarras, granadina y almeriense, en la Serranía de Ronda y en la Sierra de Bentomiz -parte de la Axarquía malagueña-. Los moriscos de la Alpujarra envían una delegación de 200 monfíes al Albaicín de Granada para animar a los moriscos de la capital granadina a unirse a ellos, sin conseguirlo. Se retiran a la Alpujarra y resisten mediante guerra de guerrillas al acoso de las tropas cristianas, al mando del marqués de Mondéjar, hasta que la presencia de Don Juan de Austria, hermanastro del Emperador, venido con tercios de Flandes les obliga a rendirse noviembre de 1570. Los moriscos alpujarreños nombraron a un jefe, Aben Humeya, la víspera de la Navidad de 1568 en Béznar, también llamado Don Fernando de Válor, a propuesta del otro jefe de la revuelta, Hernando el Zaguer. Aben Humeya, es traicionado y ajusticiado por los suyos en el Laujar de Andarax y proclamado rey Aben Aboo poco antes de la rendición total de los moriscos. Después de la rendición de los moriscos se produce un decreto de expulsión, hacia Castilla preferentemente.
Décadas después, entre 1609 y 1614, los moriscos son expulsados definitivamente de España hacia el Norte de África, aunque muchos se escondieron, se camuflaron entre la población cristiana, más por motivos económicos, ya que no tenían dinero para poder irse, que por otra cosa. Se calcula que quedaron entre la población del reino de Granada unos diez o quince mil moriscos.
Don Hernando de Córdoba y de Válor era morisco, hombre estimado entre los de aquella nación porque traía su origen del halifa Maruan; y sus antecesores, según decían, siendo vecinos de la ciudad de Damasco Xam, habían sido en la muerte del halifa Hucein, hijo de Alí, primo de Mahoma, y venídose huyendo á Africa, y después á España, y con valor propio habían ocupado el reino de Córdoba y poseídolo mucho tiempo con nombre de Abdarrahamanes, por llamarse el primero Abdaharraman; mas su propio apellido era Aben Humeya. Este era mozo liviano aparejado para cualquier venganza, y sobre todo, pródigo. Su padre se decía don Antonioo de Válor y de Córdoba, y andaba desterrado en las galeras por un crimen de que había sido acusado; y aunque eran ricos, gastaban mucho; y vivian muy necesitados y con desasosiego; y especialmente el don Hernando andaba siempre alcanzado, y estaba estos días preso, la caswa por cárcel, por haber metido una daga en el cabildo de la ciudad de Grananda, donde tenía una veinticuatría. Viéndose pues en este tiempo con necesidad acordó de venderla y irse a Italia o Flandes, según él decía, como hombre desesperado; y al fín la vendió a otro morisco, vecino de Granada, llamado Miguel de Palacios, hijo de Jerónimo de Palacios, que era su fiador en el negocio sobre que estaba preso, por precio de mil y seiscientos ducados; el cual, la mesma noche que había de pagarle el dinero, temiendo que si quebrantaba la carcelería, la justicia echaría mano dél y del oficio por la general hipoteca y se lo haría pagar otra vez, avisó al licenciado Santare, alcalde mayor de aquella ciudad, para que lo mandase embargar, y en acabando de contar el dinero, llegó un alguacil y se lo embargó. Hallándose pues don Hernando sin veinticuatría y sin dineros, determinó quebrantar la carcelería y dar consigo en la Alpujarra; y con sola una mujer morisca que traía por amiga, y un esclavo negro, salio de Granada otro día luego siguiente, jueves 23 de diciembre, y durmiendo aquella noche en la almaciría de una huerta, caminó el viernes hacia el valle de Lecrín, y en la entrada dél encontró con el beneficiado de Béznar, que iba huyendo la vuelta de Granada; el cual le dijo que no pasase adelante, porque la tierra andaba alborotada y había muchos monfís en ella; mas no por eso dejó de proseguir su viaje, y llegó a Béznar y posó en casa de un pariente suyo, llamado el Válori, de los principales de aquel lugar, a quién dio cuenta de su negocio. Aquella noche se juntaron todos los Váloris, que era una parentela grande, y acordaron que pues la tierra se alzaba y no había cabeza, sería bien hacer rey a quien obedecer. Y diciéndolo otros moros de los rebelados, que habían acudido allí de tierra de Órgiba, todos dijeron que era muy bien acordado, y que ninguno lo podía ser mejor y con razón que don Hernando de Válor, por ser de linaje de reyes y por tenerse por no menos ofendido que todos. Y pidiéndolo que lo aceptase, se lo agradeció mucho; y así le elegieron y alzaron por rey, yendo, según despues decía, bien descuidado de serlo, aunque no ignorante de la revolución que había en aquella tierra. Algunos quisieron decir que los del Albaicín le habían nombrado antes que saliese de Granada, aun nos persuadieron a creerlo al principio; mas procurando despues saberlo más de raiz, nos certificaron que no él, sino Farax, había sido el nombrado, y que los que trataban el levantamiento no solo quisieron encubrir su secreto a los caballeros moriscos y personas de calidad que tenían por servidores de su majestad, mas á este particularmente no se osaron descubrir, por ser veinticuatro de Granada y criado del marqués de Mondéjar, y tenerle por mozo liviano y de poco fundamento. Estando pues el lúnes por la mañana, á hora de misa, don Hernando de Válor delante la puerta de la iglesia del lugar con los vecinos dél, asomó por un viso que cae sobre las casas a la parte de la sierra, Farax Aben Farax con sus dos banderas, acompañado de los monfís que habian entrado con él en el Albaicin, trayendo sus instrumentos y haciendo grandes algazaras de placer, como si hubieran ganado alguna gran victoria. El cual, como supo que estaba allí don Hernando de Válor y que le alzaban por rey, se alteró grandemente, diciendo que cómo podía ser que habiendo sido él nombrado por los del Albaicin, que era la cabeza, eligiesen los de Béznar á otro, y sobre esto hubieran de llegar a las armas. Farax daba voces que había sido autor de la libertad, y que había de ser rey y gobernador de los moros, y que tambien él era noble del linaje de los Abencerrajes. Los Váloris decian que donde estaba don Hernando de Válor no había de ser otro rey sino él. Al fin entraron algunos de por medio y los concertaron desta manera: que don Hernando de Válor fuese el rey, y Farax su alguacil mayor, que es el oficio más preeminete entre los moros cerca de la persona real. Con esto cesó la diferencia y de nuevo alzaron por rey los que allí estaban a don Hernando de Válor, y le llamaron Muley Mahamete Aben Humeya, estando en el campo debajo de un olivo. El cual, por quitarse de delante a Farax Aben Farax, el mesmo dia le mando que fuese luego con su gente y la que mas pudiese juntar á la Alpujarra, y recogiese toda la plata, oro y joyas que los moros habian tomado y tomasen, así de iglesias como de particulares, para comprar armas de Berberia. Este traidor, publicando que Granada y toda la sierra estaba por los moros, yendo levantando lugares, no solamente hizo lo que se la mandó, mas llevando consigo trescientos mofís salteadores, de los mas perversos del Albaicin y de los lugares comarcanos, á Granada, hizo matar todos los clérigos y legos que halló captivos, que no dejó hombre a vida que tiviese nombre de cristiano y fuese de diez años arriba, usando muchos géneros de crueldades en sus muertes, como lo diremos en los capítulos del levantamiento de los lugares de la Alpujarra.
Bien se deja entender que esta don Hernando supo lo que se trataba del levantamiento, ansi que la priesa que se dio en vender su veinticuartía, como porque, según nos dijo el licenciado Andrés de Álava, inquisidor de Grananda, con quien profesaba mucha amistad, que estando de camino para visitar la Alpujarra por orden particular de su majestad, que le mandaba que visitando la tierra, en el secreto del Santo Oficio procurase entender si los moriscos trataban alguna novedad, habia ido a él pocos días antes que se alzase el reino, y aconsejándole por via de amistad que no se pusiese en camino hasta que pasase la pascua de la Navidad, porque para entonces estría ya la gente mas quieta, y le aconsejaria él por su persona; y habia hecho tanta instancia sobre esto, que se podia suponer que ya él lo sabia, y por ventura quiso excusar la ida del inquisidor, pareciéndole que si le tomaba el levantamiento dentro de la Alpujarra, se ponia de nuestra parte mucha diligencia en socorrerle, aunque tambien pudo ser que quiso apartarle del peligro en que veía que se iba a meter, por la amistad que con él tenía. Sea como fuere, esta es la relacion más cierta que pudimos saber deste negocio.
Congoja pone verdaderamente pensar, cuando mas haber de escribir, las abominaciones y maldades con que hicieron este levantamiento los moriscos y monfis de la Alpujarra y de los otros lugares del reino de Granada. Lo primero que hicieron fue apellidar el nombre y seta de Mahoma, declarando ser moros ajenos de la santa fe católica, que tantos años había que profesaban sus padres y abuelos. Era cosa de maravilla ver cuan ensañados estaban todos, chicos y grandes, en la maldita seta; decian las oraciones a Mahoma, hacian sus procesiones y plegarias, descubriendo las mujeres casadas los pechos, las doncellas las cabezas; y teniendo los cabellos esparcidos por los hombros, bailaban publicamente en las calles, abrazaban los hombres, yendo los mozos gandules delante haciendole aire con los pañuelos, y diciendole en voz alta que ya era llegado el tiempo del estado de la inocencia, y que mirando en la libertad de su ley, se iban derechos al cielo, llamandola ley de suavidad, que daba todo contento y deleite. Y a un mesmo tiempo, sin respetar a cosa divina ni humana, como enemigos de toda religion y caridad, llenos de rabia cruel y diabolica ira, robaron, quemaron y destruyeron las iglesias, despedazaron las venerables imagenes, deshicieron los altares, y poniendo manos violentas en los sacerdotes de Jesucristo, que les enseñaban las cosas de la fe y administraban los sacramentos, los llevaron por las calles y plazas desnudos y descalzos, en publico escarnio y afrenta. A unos asesinaron, a otros asaetearon vivios, y a muchos hicieron padecer diversos generos de martirios. La mesma crueldad usaron con los cristianos legos que moraban en aquellos lugares, sin respetar vecino a vecino, compadre a compadre ni amigo a amigo; y aunque algunos lo quisieron hacer, no fueron parte para ello, porque era tanta la ira de los malos, que matando cuantos les venia a las manos, tampoco daban vida a quien se lo impedia. Robaronles las casas, y a los que se recogian en las torres y lugares fuertes los cercaron y rodearon con llamas de fuego, y quemando muchos dellos. A todos los que se le rindieron a partido dieron igualmente muerte, no queriendo que quedase cristiano vivo en toda la tierra, que pasase de diez años arriba. Esta pestilencia comenzo en Lanjaron, y paso a Orgiba el jueves en la tarde en la taa de Poqueira, y de alli se fue extendiendo el humo de la sedicion y maldad en tanta manera, que en un improviso cubrio toda la faz de aquella tierra, como se ira diciendo por su orden. Y porque juntamente con la historia de este rebelion hemos de hacer una breve descripcion de las taas de la Alpujarra y lugares dellas, para que el letor lleve mejor gusto en todo, diremos primero en este lugar que cosa es taa, y lo que significa este nombre berberisco.
Taa es un epiteto de que antiguamente usaron los africanos en todas las ciudades nobles, como dijimos atrás en el capitulo tercero del primer libro, y taa quiere decir cabeza de partido o feligresia de gente natural africana, aunque otros interpreten pueblos avasallados y sujetos. Dicen algunos moriscos antiguos haber oido a sus pasados, que por ser las sierras de la Alpujarra fragosas y estar pobladas de gente barbara, indomita y tan soberbia, que con dificultad los reyes moros podian averiguarse con ellos, por estar confiados en la aspereza de la sierra, como acaece tambien en las serranias de Africa, que estan pobladas de bereberes, tomaron por remedio dividirlas toda en alcaidias y repartirlas entre los mesmos naturales de la tierra; y despues que estos hubieron hecho castillos en sus partidos, vinieron a meter en ellos otros alcaides granadinos y de otras partes, con alguna gente de guerra, para poderlos avasallar. Como habia en cada partido destos un alcaide, a quien obedecian mil o dos mil vasallos, tambien habia un alfaqui mayor que tenia lo espiritual a su cargo, y aquel distrito llamaban taa. Finalmente, es lo mesmo que en Africa nueiba , que quiere decir partido de barbaros pecheros del magacen del Rey; una de las cuales es la tierra de Orgiba, que aunque cae fuera de la Alpujarra, esta en la entrada della, donde comenzaremos por alli su maldad, y por la mesma orden iremos prosiguiendo en las demas taas como se fueron alzando.
Luego como en Lanjaron, lugar del valle de Lecrin, se entendio el desasosiego de los moriscos, el licenciado Espinosa y el bachiller Juan Bautista, benficiados de aquella iglesia, y Miguel de Morales, su sacristan, y hasta diez y seis cristianos, se metieron en la iglesia y llegando Abenfarax, les mando poner fuego, y el beneficiado Juan Bautista se descolgo por una pleita de esparto y se entrego luego al tirano, el cual le hizo matar a cuchilladas, y prosiguiendo en el fuego de la iglesia, la quemo y hudio sobre los que estaban dentro. Y haciendolos sacar de debajo de las ruinas, los hizo llevar al campo, y alli no se hartaban de dar cuchilladas en los cuerpos muertos: tanta era la ira que tenian contra el nombre cristiano. Luego pasaron a la taa de Orgiba, llevando consigo a los mancebos del lugar.
La taa de Órgiba tiene á poniente á Lanjaron, lugar del valle de Lecrin, y á Salobreña y Motril; al cierzo confina con Sierra Nevada; al levante con las taas de Poqueira y Ferreira y con la del Cehel, que cae hácia la mar, que todas están en la Alpujarra; y al mediodia tiene el mar Mediterráneo, donde está en la lengua del agua un castillo fuerte de sitio, que los moros llaman Sayena, y los cristianos Castil de Ferro. Por medio desta taa atraviesa un río que baja de la Sierra Nevada, y corriendo hacia la mar con algunas vueltas, va a juntarse con el río de Motril. Es tierra fertil, llena de muchas arboledas y frescuras, y por ser templada, se crian naranjos, limones, cidros y todo genero de frutas tempranas, y muy buenas hortalizas en ellas. La cria de la seda es mucha y muy buena, y hay hermosísimos panizos y alcandia, y la mayor parte dellas se riegan con el agua del río y de las fuentes que bajan de aquellas sierras. Hay en esta taa 15 lugares, que los moriscos llaman alcarías, cuyos nombres son: Pago, Benizalte, Sórtes, Cáñar, Elfex, Bayárcas, Soportujar, Catanuz, Beniceyed, Lexur, Barxar, Guarros, Lulia, Faragenit y Albacete de Órgiba, que es el lugar principal donde está una torre, que estaba en este tiempo algo mejor provenida que otras veces, porque habiéndose llevado aquel lugar los moros de Berbería, pocos años antes se habia puesto mejor reacudo en ella. La mayor parte destos lugares están en las hadaz de las sierras, y lo otros en una vega llana que se hace entre ellas, donde está el lugar de Albacete de Órgiba.
El día que el Partal y el Seniz mataron aquellos cristianos que dijimos de Ujijar, y los dos hombres que escaparon de sus manos fueron huyendo al lugar de Albacete de Órgiba y dieron aviso á Gaspar de Sarabia, que estaba por alcaide y gobernador de aquella taa, el cual luego otro dia viérnes bien de mañana envió á Camacho, alguacil mayor, con ocho cristianos alcabuceros, y con ellos algunos moriscos desarmados, á que supiesen que novedad habia sido aquella. Y mientras ellos iban, vino a él un morisco, alguacil de Binizalte, llamado Alvaro Abuzayet, y le dijo que hiciese recoger con brevedad todos los cristianos chicos y grandes á la torre, porque estaba la tierra levantada. Con esta aviso se recogieron luego Alonso de Algar, cura de Albacete, y los otros clérigos, beneficiados y vecinos cristianos que moraban en los lugares de aquella taa, sin recibir daño, sino fueron los de Soportujar y algunos perezosos. Los ocho arcabuceros corrieron peligro de perderse, porque estando en el lugar de Barxar enterrando los cristianos que habías sido muertos el dia antes, vieron los mofis en ellos, y haciendolos huir, los fueron siguiendo hasta cerca de la torre, llamándolos de perros, y diciendoles que ya era llegado su dia, y les quitaron algunas armas, y los proprios moriscos de paces que iban con ellos fueron los que más los persiguieron. Viendo pues Gaspar de Sarabia lo que pasaba, recogió á grán priesa las moriscas y muchachos que pudo haber en el lugar y la metió en la torre, entendiendo que si se diese en necesidad, no faltaría quien se compadeciese, padres, maridos ó hermanos, y que secretamente les proverian de agua y de bastimentos mientras le venia socorro. Finalmente, se encerró en la torre con ciento y ochenta personas y algunos hombres esforzados entre ellos, uno de los cuales se llamaba Pedro de Vilches, por otro nombre Pie de palo, porque teniendo cortada una pierna á cercen la traia puesta de palo, y era hombre animoso y muy plastico en aquellas tierras; y otro Leandro, que era gran cazador, y acaso habia llegado allí aquella noche con dos cargas de conejos y perdices y un cuero de aceite; que cierto parecido haberlo enviado Dios para la salud de aquella gente; porque además de que él era buen arcabucero; y llevaba su arcabuz con cantidad de munición para poder pelear, la caza sulió la necesidad y hambre de algunos días, y el aceite fue de mayor importancia para quemar á los enemigos una manta de madera que les arrimaron al muro de la torre, entendiendo poderlo picar por debajo. No fueron bien recogidos los cristianos cuando se levantó el lugar, en un barrio que está cerca dél arbolaron una bandera, y tumultosamente se recogieron á ella los mancebos gandules, y no mucho despues pareceiron otras seis banderas, la mayor de ellas colorada, con unas lunas de plata en medio, y las otras todas de seda de diferentes colores, y atravesaron por un viso á vista de la torre, fueron á ponerse en los olivares, acompañados de mucha gente armada de arcabuces y ballestas. De allí enviaron á recoger los lugares que estaban en los llanos, y salieron hombres y mujeres con bagajes cargados de ropa y de bastimentos, y los ganados por delante se subieron á las sierras de Poqueira, y la gente armada cercó la torre donde estaban nuestros cristianos. Luego que se alzaron los lugares de Soportújar y Cáñar y los demás de las sierras, lo primero que hicieron aquellos herejes fué destruir las iglesias, y saquear lo que había en ellas y en las casas de los cristianos. En Soportújar perdieron por engaño al vicario de Ojeda, beneficiado de aquel lugar, y despues de tener preso á él y á un muchacho criado suyo, llamado Martín, ofreciéndole de darle libertad un morisco que tenia por amigo, que se decia Bartolome Aben Moguid, hijo del alguacil del lugar, le sacó de donde estaba y le escondió en casa de otro morisco, llamado Miguel de Jeréz, y allí estuvo cuatro días, al cabo de los cuales vino Farax Aben Farax, que, como quedaba dicho, iba recorriendo los lugares por mandado de Aben Humeya, y donde quiera que llegaba hacia pregonar que, so pena de vida, ningun moro fuese osado de esconder cristiano de ninguna edad que fuese, sino que luego se los manifestasen, y de miedo dél declaró Aben Moguid como tenia aquellos dos cristianos. Y enviado Aben Farax dos moros por ellos, los sacaron de donde estaban y los desnudaron en cueros y atándoles las manos atrás, los entregaron a Zacarías de Aguilar, enemigo del beneficiado, el cual los llevó á la plaza del lugar y tomándolos los vecinos en medio, les dieron muchos bofetones y puñadas, y despues los llevaron á un montecillo que está como media legua de allí, para matarlos y dejar los cuerpos en el campo, porque Aben Farax mandaba que no les diesen sepultura. Y juntamente llevaron una cristiana, llamada Beatriz de la Peña, con cinco hijos niños, y teniéndolos ya para matar, acertó a pasar por aquel camino Aben Humeya, que venía de Beznar, y condoliéndose de la mujer y de los niños, les mandó que solamente matasen al vicario, y que los demás volviesen al lugar y se lo guardasen hasta que enviase por ellos. Luego cargaron los enemigos de Dios sobre aquel sacerdote, que invocaba su santísimo nombre, y dándelo uno dellos con la verga de la ballesta en la cabeza un gran golpe, que le aturdió con él en el suelo, le hicieron luego los otros con las lanzuelas y espadas, hasta que le acabaron de matar. Y encendidos en aquella ira, hirieron tambien a Martín, su criado, de una cuchillada en la cabeza, que se la hendieron, diciéndole que le hirio: << Toma, perro, porque eres hijo del alguacil de Órgiba >> Ved cuanta enemistad era la que tenian con los ministros espirituales y temporales, que aun a sus hijos niños no perdonaban. La mujer con sus crasturas llevaron Soportújar, y despues al castillo de Jubíles donde alcanzaron libertad cuando el marqués de Mondéjar lo ganó, con otras muchas cristianas que habia recogido alli Aben Humeya.
Las taas de Poqueira y Ferreira están en la entrada de la Alpujarra; las cuales confinan a poniente con la taa de Órgiba, a levante con la de Jubíles, al mediodía con el Cehel, y á tramontana con Sierra Nevada. En la taa de Poqueira hay cuatro lugares llamados Capilaira, Alguazta, Pampaneira y Bubión; y en la de Ferreira hay once: Pitres, Capileira de Ferreira, Aylácar, Fondáles, Ferreirola, Mecina de Fondales, Pórtugos, Luaxar, Busquistar, Bayarcal y Harat el Bayar. Toda esta tierra es muy fresca, abundante de muchas arboledas; críase en ella cantidad de seda de morales; hay muchas manzanas, peras, camuesas de verano y de invierno, que llevan los moradores a vender a la ciudad de Granada y á otras partes todo el año, y mucha nuez y castaña ingerta. El pan, trigo, cebada y alcandia que alli se coge es todo de riego, y lo mejor y lo de mas provecho que hay en el reino de Granada. Está una sierra entre estas dos taas, donde se crian hermosas viñas y huertas, y en ella nacen muchas fuentes de agua fría y saludable, con que se riegan, y son todas las frutas, hortalizadas y legumbres que allí se cogen muy buenas. Es tan grande la fertilidad desta tierra, que si siembran los garbanzos blancos en ella, los cogen negros; y son los castaños tan grandes, que en el lugar de Bubión hay uno donde una mujer tenía puesto un telar para tejer lienzo entre las ramas, y en el hueco del pie hacía su morada con sus hijos; y cuando el comendador mayor de Castilla entró con su campo en la Alpujarra, estando en aquel lugar, vimos seis escuderos con sus caballos dentro del hueco de aquel árbol, y a la partida le pusieron fuego unos soldados y le quemaron. De verano hay en estas tierras hermosísimos parstos para los ganados; y de invierno, porque es tierra muy fría, los llevan a los de Dalías, ó hacia Motril y Salobreña, que es más caliente y templado por los aires de la mar. Están estas dos taas a manera de península, entre dos ríos que bajan de la Sierra Nevada; el primero y más occidental nace sobre la mesma taa de Poqueira, y corriendo sobre asperísimas y altas sierras, la cerca por aquella parte, y se va a juntar con el rio de Motril antes de llegar a la puente Tejali, donde está el puerto de Jubiein, que es la entrada de Órgiba a la Alpujarra yendo por el rio de Cadiar, que se pasa en ese camino , en espacio de cuatro leguas, mas de sententa veces por pasos dificultosos y puertos fragosísimos de peñas. El otro rio nace tambien en la Sierra Nevada, á levante dél y a poniente del lugar de Trevélez, y con la mesma aspereza y fragosidad cerca de las dos taas a oriénte y mediodía. Por bajo el lugar de Ferreira hace dos brazos y entrambos se juntan con el río que baja de Alcázar, y se van despues a meter en el río de Motril en la garganta del Dragón, que los moriscos llaman Alcazaubin. Recógense en aquel lugar tantas aguas de verano, por razón de las nieves que se derriten de las sierras, que parece un mar tempestuoso el ruido que lleva el río. Esta tierra decian los moriscos haber oido decir a sus pasados que jamás había sido conquistada por fuerza de armas, y así tenían mucha confianza en el sitio y fortaleza della, creyendo que ningún ejercito acometería la entrada, habiendo quien defendiese los asperísimos pasos, donde poca gente era fuerte y poderosa; y por esta razón eligieron aquel sitio donde se recoger del primer ímpetu con sus mujeres, hijos y ganado.
Alzáronse los lugares de la taa de Poqueira viernes por la mañana á 24 días del mes de diciembre. Los cristianos que habia en ellos corrieron luego a favorecerse en la torre de la iglesia del lugar de Burburon, que al parecer era fuerte, aunque no estaba acabada, y los herejes traidores (que así merecen que los llamemos de aquí en adelante), viendo que se defendían, fueron a saquearles las casas, y cercaron la iglesia, abrieron una puerta que estaba tapiada, encubierta de la torre, y entrando furiosamente por ella, destruyeron y robaron todas las cosas sagradas, y luego juntaron muchos zarzos y tascos untados con aceite para poner fuego a la puerta de la torre. Viendo esto los cristianos, y hallandose sin defensa, sin agua y sin mantenimientos, tomaron por medio rendirse antes que morir abrasados por crueles llamas; y fuérales menor mal, si los enemigos no usaran despues otras mayores crueldades con ellos; porque los desnudaron y ataron, y les dieron muchos palos y bofetadas; y habiendolos tenido aprisionados diez y nueve días los sacaron á justiciar por mandado de Aben Humeya a una huerta cerca del lugar, un día antes que el marques de Mondéjar llegase a Órgiba; y allí hicieron pedazos con las espadas al licenciado Quirós, cura del lugar de Concha, y al beneficiado Bernabé de Montanos, y á Godoy, su sacristan, y a otros veinte legos; y dejando los cuerpos a las aves y a los perros que se los comiesen,a solas las mujeres y a los niños de diez años abajo tomaron por captivos. El bachiller Baltasar Bravo, beneficiado y vicario de aquella taa, porque sabian que tenia mucho dinero, no le mataron, y dandole tormento, le sacaron tres mil ducados de oro y mucha plata labrada, y con esperanza que les habia de dar mas, le dejaron con vida.
Los de la taa de Ferreira se alzaron el mesmo día y hora que los de Poqueira, especialmente los de Pórtugos y los de otros lugares junto a él. Los cristianos, en sintiendo el alzamiento, fueron luego a favorecerse en la torre de la iglesia de aquel lugar con sus mujeres e hijos. Los moros les saquearon las casas y entrando en la iglesia por una puerta pequeña, la robaron y destruyeron, y pusieron fuego a la torre, amenazando a los que se habían encastillado dentro con cruel muerte si luego no se rendian. Hubo algunos animosos que mostraban querer mas morir que verse en poder de aquellos infieles; otros, viéndose quemar vivios, y oyendo las piadosas lamentaciones de sus mujeres e hijos, considerando que ninguna crueldad se podría usar con ellos mayor que la del fuego, y teniendo alguna esperanza de que no los matarían, determinaron de rendirse; y al fin persuadieron a los demás á que se diesen a partido, con promesa de que no les harían otro mal sino tomarles por captivos. Habiéndeso pues tardado en determinarse, el fuego fue creciendo cada hora mas y ocupó la escalera de la torre; y siendoles forzado descolgarse con sogas por la parte de fuera, donde no habian aun llegado las llamas, el recibimiento que les hacian aquellos enemigos de Dios era desnudarlos en poniendo los pies en el suelo, y darles muchos palos y bofetones, y atándoles las manos atrás, los llevaban a meter de pies en un cepo, Al beneficiado Juan Díez Gallego, que residia en Pitres, y acertó a hallarse allí aquel día, mataron de una saetada, estando asomado a una ventana de la torre. Prendieron a los beneficiados Juan Vela y Baltasar Torres, y a su padre, y a otros muchos legos, y a las mujeres y niños que tuvieron lugar de poderse descolgar; y cuando fue aplacada la llama; retirando las brasas, entraron dentro, y á todos los hombres que hallaron vivos los mataron; y por atormentar más a los cristianos presos con pena y vituperio, les hicieron sacar de la torre los cuerpos muertos, y que con sogas a los pescuezos les llevasen arrastrando fuera del lugar y los echasen en un barranco; y despues los mataron a ellos, sacandolos de cuatro en cuatro para que durase mas la fiesta, llevándolos desnudos y descalzos, dandoles de pezcozones y puñadas. Ponianles en su orden sentados en el suelo en una haza, y luego comenzaban su venganza; El que llevaba la soga con que iba el cristiano atado, era el primero que le hería; y luego llegaban los otros y le daban tantas lanzadas y cuchilladas, hasta que le acababaan de matar; algunos entre. garon a las moriscas antes que espierasen para que tambien ellas se regocijasen. Uno de estos fue Juan de Cepeda, hafiz de la seda, el cual llevo su martirio, si en aquel punto supo gozar de Dios, por manos de mujeres con piedras y almaradas. Mataron tambien ese dia una morisca viuda, que habia sido mujer de un cristiano, llamada Ines de Cepeda, porque no quiso ser mora como ellos, y les decia que era cristiana y que no queria mayor bien que morir por Jesucristo. En esta constancia la degollaron, y dio el alma a su Criador, encomendandose muchas veces a la gloriosa virgen María. No podian los descreidos llevar a paciencia que los cristianos cuando se veian en aquel punto se encomendasen a Dios y a su bendita madre. Y como herejes y malos les decian: <Perros, Dios no tiene madre;> y los herian cruelisimamente. Al beneficiado Baltasar Torres rogaron mucho que se tornase moro dos herejes llamado Pedro Almalqui y Juan pastor, y le prometian que le darian su hacienda y le casarian.. Y como les respondiese que era sacerdote de Jesucristo y que habia de morir por él, le dieron de bofetadas y puñadas; y diciendole por escarnio;<Perro, llama ahora al Arzobispo y al Presidente y a Albotodo que te favorezcan.> Cuando hubieron sacado por engaña á su madre doscientos ducados que tenia escondidos, con promesa de que no le matarian, le desnudaron en cueros, y maniatado con una soga a la garganta, le llevaron a la plaza, y apártandole a un cabo, donde llaman el Lauxar, le cortaron los pies y las manos, y luego le ahorcaron juntamente con otros dos cristianos mancebos, que el uno no tenia edad de catorce años; y porque lleraba un niño sobrino del beneficiado viendo matar a su tío, le mataron tambien a él. Murieron en este lugar veintidos cristianos entre clérigos y legos, y dos niños de edad de tres años, ó poco más. Los autores de estas crueldades que Farax Aben Farax mandaba hacer, fueron Luis el Hardon y Miguel de Granada Xaba, juntamente con las cuadrillas de los monfis.
Alzóse el lugar de Mecina de Fondales el mesmo día viernes en la noche, y tomando a los cristianos que vivian en aquel lugar descuidados, los prendieron a todos en sus casas y los robaron. Luego acudieron a la iglesia, y como si en aquello estuviera toda su felicidad, destruyeron todas las cosas sagradas, y se llevaron los ornamentos y cosas de precio que allí habia. Fueron muchos los tratamientos y afrentas que hicieron a los cristianos captivos en este lugar; y despues de bien hartos de ultrajarlos, mataron diez y seis personas, y entre ellos dos beneficiados, llamados Luis de Jorquera y Pedro Rodríguez de Arceo, y a Diego Pérez, sacristan, y á Pedro Montanes, hombre rico, y a su mujer y a una criatura que llevaba en los brazos. Sacándolos a todos desnudos, las manos atadas, fuera del lugar, dándoles de palos y bofetadas, y despues los herian cruelmente con lanzas, espadas y con piedras.
El lugar de Pitres de Ferreira se alzó la noche de navidad, viernes a 24 de diciembre, como los demás desta taa. Los cristianos que allí vivian, y otros que se hallaron en él acaso, en sistiendo el alboroto de la gente se metieron en la torre de la iglesia, y los moros les saquearon las casas y los cercaron. Teniendolos pues cercados, y viendo que se defendían, un moro de los principales de aquel lugar, llamado Miguel de Herrera, les persuadio con buenas palabras a que se rindiesen, diciendo que no los matarian; los cuales lo hicieron ansí, viendo lo poco que podia durar su vana defensa. Luego saqueron y robaron la iglesia y deshicieron los altares. Miguel de Herrera llevo a su casa y a otras de particulares los prisioneros, dándoles esperanza de que no moririan; y habiéndolos tenido alli tres dias, llego el traidor de Farax, y dejandole mandado que los matese, los llevaron a todos maniatados a casa de Diego de la Hoz el viejo, que era un cristiano rico que vivia en aquel lugar, y haciendo pregonar que todos los moros y moras que quisiesen regocijarse con la muerte de sus enemigos saliesen a la plaza a ver como los mataban, en un punto se hinchó toda la gente. El primero que sacaron fue el beneficiado Jerónimo de Mesa, y poniendo una garrucha con una gruesa soga en lo alto de la torre de la iglesia, le ataron los brazos atrás asidos della, y subiendole arriba, le dejaron caer tres veces de golpe en el suelo con los brazos descoyuntados, y de los golpes que daba sobre una losa, se le hicieron pedazos las canillas de los pies y de los muslos en presencia de su madre, que era morisca de nacion y buena cristiana; la cual viendo hecho pedazos a su hijo, llego a él con ánimo varonil y besándole muchas veces el rostro, le dijo: <Hijo mio, esforzad en Dios y en su bendita Madre, que son los que han de favorecer vuestra alma; que los tormentos presto pasaran.> El cual alzando los ojos al cielo, daba infinitas gracias a Jesucristo, derramando lágrimas de contemplacion con tanto ánimo como si no sintiera aquel tormento. Viendole pues los herejes en esta constancia, y que tan de corazon se encomendaba a Dios, llegaron a él, y por escarnecerle le decian: < Perro, di agora el Ave Maria; veamos di te quitara de aquí.> Y tornándole a subir otra vez a lo alto, le dejaron caer cuatro veces, y luego le quitaron; y echandole una soga a la garganta, le entregaron a las moras para que tambien ellas tomasen su venganza en él; las cuales le llevaron arrastrando fuera del pueblo, y hiriéndole con almaradas, lanzuelas y piedras, le acabaron de matar; y volviéndose contra su madre, le escupian en la cara, llamándola de perra cristiana; y mesándola, de dándole de bofetadas, le dieron tantas heridas y pedradas, que la derribaron muerta sobre el cuerpo de su hijo. Acabado este espectáculo, sacaron a Diego de la Hoz el viejo, y al gobernador de Torviscon, y á Francisco de Campuzano, y con ellos otros muchos cristanos, y los llevaron donde los habian de matar; y porque algunos, teniendo las manos atadas, hacian la cruz con los dedos pulgares, y la besaban, llegaban a ellos y se los cortaban. Hubo entre estos cristianos dos muchachos, que el mayor sería de trece años, y era hijo de Anton Martin, familiar del Santo Oficio, en quien el señor puso su mano aquel dia, porque no bastaron con ellos ruegos, promesas ni amenazas para que renegasen. Y queriéndolos sacar a matar con los demas, se llego uno llamado Pedro, hijo de Diego de la Hoz, a su madre, y con semblante alegre le dijo: < Señora madre, rogad a Dios por mi.> Y como le respondiese llorando: < Hijo mio, tu eres el que ha de rogar por todos,> le replico el muchacho: < Por cierto, señora, yo lo hare, y no tengais pena de mi muerte; que voy muy alegre y contento a morir por Jesucristo.> Y con grandísimo esfuerzo llegaron entrambos a donde estaban los otros cristianos muertos, y hicando las rodillas en el suelo, sin temor de aquella muerte breve, fueron a gozar de la vida perdurable, ensangrentando en ellos sus espadas los enemigos de Jesucristo; cosa por cierto de admiración, y para dar gracias al Omnipotente, que no hubo en todo este alzamiento cristiano, hombre ni mujer, grande ni pequeño, sacerdote ni lego, que negasen la fe; antes hubo algunos moriscos y moriscas que holgaron morir por ella, y se ofrecian de buena gana al sacrificio con tanto mas ánimo , cuanto mayores crueldades veian hacer. Padecieron en este lugar veintitres cristianos por sentencia de Miguel de Herrera, que como juez los condenaba. Los principales ejecutores del mal que alli se hizo fueron Lorenzo de Murcia, Lorenzo Campanari, Miguel de Montoro y Miguel Zenin y el Mehme. Otras muchas crueldades se hicieron en los otros lugares destas taas, que dejo de poner, porque para haberlo de contar todo, seria menester gran volumen y cansar al lector.
La taa de Jubíles confina á poniente con las taas de Poqueira y Ferreira, a tramontana tiene la Sierra Nevada, al mediodía el Cehel y á levante la taa de Ujijar de Albacete. Es tierra de muchas sierras y peñas, especialmente á la parte de Sierra Nevada. Hay en ellas veinte lugares llamados Válor, Viñas y Exen, Mecina de Bombarón, Yátor, Narila, Cádiar, Timen, Portel, Gorco, Cuxurio, Bérchul, Alcútar, Lóbras, Nieles, Castaras, Notaes, Trevélez y Jubiles, que es la cabeza.
Hacia la parte de Bérchul hay grandes cuevas, que naturaleza hizo y fortaleció entre las peñas en lugares muy secretos, donde los moriscos tenian recogidos muchos bastimentos para el tiempo de la necesidad. A la parte de levante y mediodía cerca esta taa un rio que nace en lo mas alto de Sierra Nevada , junto al puerto de Loh que quiere decir puerto de la Tabla, porque está una tabla de tierra llana en lo mas alto dél, por donde se atraviesa la Sierra Nevada, yendo de Guadix á La Alpujarra.
Este rio es el que llaman de Cádiar, y entre él y el que dijimos que baja de junto a Trevélez y cerca las taas de Poqueira y Ferreira, está la taa de Jubíles, la cual es abundante de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y de mucho ganado; mas tiene muy pocas arboledas, y la seda que alli se cria no es tan buena como la de las otras taas, especialinente la del proprio lugar de Jubíles.
Jubiles es el lugar principal desta taa, donde se ven las ruinas de un castillo antiguo, en un sitio asaz grande y fuerte, en el cual dicen los moriscos antiguos que habia en tiempo de moros un alcaide y gente de guerra para tener sujetos los lugares de aquel partido, que eran los mas inquietos de la Alpujarra, bárbaros y bestiales sobremanera. Levantáronse los moriscos deste lugar y de los otros desta taa el viérnes víspera de Navidad, cuando los monfís hubieron muerto los cristianos que fueron a alojarse á Cadiar con el capitan Herrera, y lo primero que hicieron fué robar la iglesia y destruir cuanto habia en ella. Luego corrieron a las casas de los cristianos que moraban en el lugar, y no con menor cudicia que ira las saquearon, y prendiéndolos, los metieron en la iglesia con gente de guardia, y allí los tuvieron algunos días, predicándoles su seta y amonestándoles que se volviesen moros, hasta tanto que volvió Farax, y mandó que los matasen a todos; y por su órden los mataron el juéves 30 dias del mes de diciembre. Los primeros fueron el beneficiado Salvador Rodríguez y el cura Martin Romero, y su sacrístan Andrés Monje. Lleváronlos desnudos en cueros, las manos atadas atrás, á una haza que estaba cerca de la iglesia , y allí los acabaron á cuchilladas, y con ellos otros dos legos. Y teniendo ya en aquel lugar para hacer lo mesmo de otros cristianos de los que tenian presos, acertó á pasar por allí don Hernando el Zaguer, que andaba requiriendo aquellos pueblos, y se los quitó y los entregó á un morisco del lugar, para que tuviese cargo de guardarlos hasta que se los pidiese. Estas crueldades que Aben Farax hacia, no aplacían nada al Zaguer; antes le aborrecía por ello á él y á los que con él andaban; mas no osaba contradecírselo, porque temía que los moros rebelados se lo ternían á mal, y dirían que favorecía a los cristianos, ó que se apiadaba dellos; y por el mesmo caso, haciéndose á la parte de Aben Farax, le alzarían por su gobernador, por ser hombre enemigo y perseguidor del nombre cristiano.
Los del lugar de Alcútar se alzaron el mesmo día que los de Jubíles, robaron la iglesia, hicieron pedazos los retablos y imágines, destruyeron todas las cosas sagradas, y no dejaron maldad ni sacrilegio que no cometieron en compañía de los monfís y de Esteban Partal, su capitan. Fueron á casa del vicario Diego de Montoya, beneficiado de aquel lugar, y entrándola por fuerza, le mataron de una saetada. Prendieron al Licenciado Montoya, su sobrino, y cortáronle una mano; saquearon cuanto tenían. Tomaron vivos a Juan de Montoya, beneficiado del lugar de Cuxurío de Bérchul que se halló allí a la sazon y a otros cristianos y cristianas que vivian en él, y llevándolos después á matar al lugar de Cuxurio con otros captivos, como se dirá adelante, mostraban gran sentimiento de pesar por no haber prendido al vicario Diego de Montoya, porque quisieran tomar muy de espacio venganza en el.
Tambíen se alzaron los del lugar de Narila el viernes en la noche, los cuales destruyeron y robaron la iglesia y las casas de los cristianos, y prendiéndolos á todos, y entre ellos á un clérigo de misa llamado Cebrian Sanchez, los llevaron maniatados al lugar de Alcútar; y habiéndolos tenido allí predicándoles su seta y persuadiéndos que se tornasen moros, y amenazándoles que si no se hacian les darian cruelísimas muertes, cuando vieron que les aprovechaban poco sus persuasiones y amenazas, desnudaron todos los hombres en cueros, y los llevaron, las manos atadas atrás, al lugar de Cuxurio, donde los mataron; siendo autores desta maldad Lope y Gonzalo Seniz, vecinos de Cuxurio de Bérchul, que fueron crueles perseguidores de cristianos, y caudillos de monfis.
El lugar de Cuxurio de Bérchul se alzó cuando los otros desta taa, y los rebeldes dichos con cruelísima rabia entraron lo primero en la iglesia, y haciendo pedazos los retablos y las imágines y la pila del santo baptismo, quebraron el arca del Santísimo Sacramento, y no hallando la sagrada hostia de la Eucaristía, que la habia consumido el beneficiado Pedro Crespo, arrojaron con menosprecio y desden todas las cosas sagradas por el suelo. Luego fueron á saquear las casas de los cristianos, y prendieron al beneficiado, que se habia escondido en casa de un morisco su amigo, y le mataron cruelísiamente. A este lugar llevaron los cristianos que habían captivado en el lugar de Alcútar y Narila, y los mataron á todos delante de la iglesia. Al beneficiado Juan de Montoya, que habia sido preso en Alcútar, sacó uno de aquellos herejes el ojo derecho con un puñal, y luego les tiraron á todos al terrero con las ballestas y con los arcabuces, estando presentes á ello Esteban Partal y Lope el Seniz y otros capitanes de monfís.
Los de Mecina de Bombaron se alzaron tambíen el viérnes en la noche, saquearon luego la iglesia, quebraron los retablos, despedazaron las venerables imágines, deshicieron los altares , y finalmente destruyeron y robaron todas las cosas sagradas; y hallando á los cristianos descuidados, los prendieron á todos y les saquearon las casas. En este lugar arbolaron los rebeldes una bandera de tafetan carmesí bordada de hilo de oro, y en medio un castillo con tres torres de plata, que la tenían guardada de tiempo de moros, y el que la tenía se llamaba Andrés Hami, vecino del mesmo lugar. Prendieron al beneficiado Francisco de Cervilla en su casa, y atándole las manos atrás, le dieron muchos bofetones y palos, y le llevaron de aposento en aposento, hasta que les entregó el dinero y la ropa que tenía; y después sacándole fuera, se adelantó un moro que solía ser grande amigo suyo, y haciéndose encontradizo con él en el umbral de la puerta, le atravesó una espada por el cuerpo diciéndole : "Toma, amigo; que mas vale que te mate yo que otro;" y allí le acabaron de matar los sacrílegos á pedradas y cuchilladas. Y no contentos con esto, tomó uno de los que allí estaban un palo, y le quebrantó todo el cuerpo á palos desde los piés hasta la cabeza; y otro dia de mañana le sacaron arrastrando fuera del lugar, y le echaron en un barranco. No mucho después mataron todos los cristianos que tenian captivos, y entre ellos al beneficiado Juan Gomez el viejo y al cura Juan Palomo, haciendo en ellos mil géneros de vituperios y crueldades. Fué cruel perseguidor de cristianos en este lugar Miguel Daloy, alguacil dél.
El lugar de Válor está en dos barrios; el alto y el bajo; entrambos se alzaron el viérnes en la noche. Los cristianos clérigos y legos que allí moraban se recogieron, en sintiendo el alboroto, a la torre de la iglesia del barrio bajo, donde estuvieron con harto cuidado aquella noche. Los moros saquearon y robaron la iglesia del barrio alto y las casas de los cristianos; y otro día de mañana los cercaron en la torre, y asegurándoles Bernardino Abenzaba que no les harían níngun mal, los captivaron a todos; y desque hubieron destruído y robado tambien aquella iglesia, los llevaron maniatados a unas casas, y allí les predicaron algunos días la seta de Mahoma; y viendo que aprovechaba poco su predicacion, porque todos decían que eran cristianos y que habían de morir por Jesucristo, sacaron los herejes a los hombres desnudos y maniatados fuera del lugar, y poniéndolos á terrero, les tiraron con arcabuces y ballestas. Los primeros que mataron fueron tres beneficiados, llamados el bachiller Delgado, Alonso García y Tejerína, y dos sacristanes, que el uno se decía Francisco de Almansa. Deste lugar era natural don Hernando de Válor, mas no se halló allí aquel día; y si bien se hallara, no dejaran de hacer estas crueldades, a las cuales no quería contradecir, por tener el pueblo mas culpado, mas oblígado, y con menos confianza de perdon; y por esta razon, si unas veces las permitía, otras muchas las mandaba hacer, porque le tuviesen por enemigo de cristianos.
El mesmo día y en la mesma hora que se alzó Válor, se alzaron los lugares de Yégen y Yátor, en los cuales no fueron menores las crueldades que usaron los enemigos de Dios. Destruyeron y robaron las iglesias y las casas de los cristianos, captiváronlos a todos, y haciéndoles muchos malos tratamientos, vinieron después a darles cruelísima muerte; y entre ellos mataron al bachiller Bravo y a su sacrístan, y un vecino que se decía Juan de Montoya, que se escapó herido de una saetada en la cabeza, fué a parar á Ujíjar, donde tambien fué muerto con otros muchos cristianos que allí había.
Los Ceheles son dos taas que están juntas en la costa de la mar; la que cae á poniente llaman Zueyhel, nombre diminutivo, porque es más pequeña que la otra. Esta confina á poniente con la sierra de Jubilein, en la entrada de la Alpujarra, donde están los lugares de Rubite, Bárgix y Alcázar, y con la taa de Orgiba. El Cehel grande tiene a levante la tierra de Adra; y á entrambas taas la baña al mediodía el mar Mediterráneo, y á la parte del cierzo confina con la taa de Ferreira, con la Jubiles y con parte de la de Ugijar. Hay en ellas once lugares, llamados Albuñol, Torbiscon, Turon, Mecina de Tedel, Bordemarela, Déitar, Cojáyar, Forónon, Múrtas, Jaryrata y Almejijar. Esta tierra es de grandes encinares y de mucha yerba para los ganados; cógese en ella cantidad de pan. Lo que cae hacia la costa de la mar, es muy despoblado, y por eso es muy peligroso, porque acuden de ordinario por allí muchos bajeles, turcos y moros de Berbería. Cercan estas taas dos ríos; á la parte de levante el que llaman río de Adra, y á poniente otro que nace en el propio Zueyhel cerca de la mar; y corriendo la tierra adentro hacia tramontana, dando muchas vueltas, se va a juntar con el río Alcázar que baja de la sierra de Jubilein, por bajo el lugar de Escariántes, que es de la taa de Ujijar.
La taa de Ujijar está en medio de la Alpujarra: es tierra quebrada, aunque no tan fragosa como las otras taas que hemos dicho; la cual confina a poniente con la taa de Jubiles, á tramontana con la Sierra Nevada, al mediodia con el Cehel grande y con tierra de Adra, y á levante con la taa de Andarax. Cógese en esta tierra cantidad de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y tiene muy buenos pastos para ganados mayores y menores. La cria de la seda no es tanta en Ujijar ni se hace tan fina como en las otras taas, ni tienen los moradores tantas arbolesdas. A levante y a mediodia cerca esta taa un rio que procede de unas fuentes que salen de la laguna grande que se hace en la cumbre alta de Sierra Nevada, cerca del puerto de la Ravah, que en arábico quiere decir recogimiento de aguas. Este rio hace al principio dos brazos; el mayor corre hacia poniente, y va haciendo muchas vueltas y ensenadas sin llegar a lugar poblado hasta Escariántes, y alli se juntan con él otros dos rios que proceden tambien de la mesma sierra. El otro brazo corre hacia levante, y atravesando la taa, viene a pasar a poniente de Ujíjar de Albacete, así llaman los moros a este lugar, el cual tuvo título de ciudad, siendo el rey Abdilehi Zogoybi señor de la Alpujarra. De la mesma fuente que sale el rio que hemos dicho, procede otro que lleva su corriente mas a levante, y va a pasar junto con el lugar de Laroles, y de alli vuelve a Ujíjar, y se junta con otro brazo que procede de otra fuente que nace a levante de la laguna dicha, y en unas sierra
Hay varias teorías sobre la procedencia del nombre Alpujarra, entre las que está la que lo hace provenir de uno de los primeros colonizadores musulmanes de la comarca, «Albujarra»; pero la opinión de muchos filólogos se decanta por el significado de «alba sierra». Sobre la procedencia de algunos nombres de pueblos y lugares de La Alpujarra hay una opinión equivocada al pensar que proceden del gallego. Esta idea surgió porque se produjo una colonización de campesinos de esta región tras la ex- pulsión de los moriscos pero, en verdad, los nombres, que analizaremos posteriormente, eran previos a dicha emigración.
El accidente más importante de la Comarca es Sierra Nevada, que ofrece el límite norte de la región. Tuvo anteriormente distintos nombres, como Orospeda, Solaria o Solair. Sierra Nevada es un marco incomparable desde un punto de vista geográfico y climático que se puede apreciar desde diversos puntos de La Alpujarra. En esta sierra se en cuadran importantes cumbres, destacando el Mulhacén, el más alto de la Pe- nínsula Ibérica, al que se encarama la localidad de Trevélez, y el Veleta, al que suben escalonadamente Pampaneira, Bubión y Capileira.
Entre los escritores que se han dedicado a esta región hay que destacar a dos. El primero de estos es el hispanista inglés Gerald Brenan, el cual inmortalizó la localidad de Yegen. Para conocer esta región, su evolución y significado, es imprescindible leer «Al sur de Granada», obra que realizó entre los años 1920 y 1930 desde la residencia que tenía en el pueblo de Yegen. El segundo autor en importancia es Pedro Antonio de Alarcón, escritor de Guadix que llevó a cabo, cincuenta años antes, un viaje por la comarca, con el resultado final de su libro «La Alpujarra».
Algo que impresiona a todo viajero que llega a esta comarca es la arquitectura de sus pueblos, sobre todo la de los enclavados en el Barranco del Poqueira. Son pueblos de calles estrechas, torcidas, empinadas y adaptadas a posibles nevadas, con la característica de la privatización del espacio público. Los terraos (tejados planos), están hechos con losas de piedra dispuestas horizontalmente sobre vigas de madera y cubiertas de launa, una arcilla abundante en la comarca que impermeabilizaen tejado. En estos terraos se pueden ver, en los meses de otoño e invierno, mazorcas de maíz y ristras de pimientos. También destacan los «tinaos», terrazas particulares llenas de flores que invaden el espacio público, siendo los más famosos los de Pampaneira. Otro aspecto original de la arquitectura de estos pueblos es el de las chimeneas, las cuales son de estructura cilíndrica y tienen que funcionar gran parte del año. Un elemento a destacar es la artesanía alpujarreña, que se pueda considerar clara heredera de su origen morisco. Lo más importante y que conserva mayor tradición es la confección de tejidos. En los últimos años se han instalado en la comarca numerosos talleres de artesanía que, además de los telares, han relanzado la cerámica e incluso la orfebrería. Esto ha hecho que numerosos artistas y artesanos, junto a músicos, pintores y poetas hayan escogido La Al pujarra como lugar de residencia.
El pasado árabe no sólo persiste en la artesanía sino también en las costumbres, fiestas y gastronomía; además se mantiene en nombres de pueblos, de zonas naturales e incluso administrat vas, como «la taha», especie de término municipal que todavía se usa con cierta frecuencia, como en Pitres, conocido como La Taha. Otra Taha histórica e importante es la de Juviles. Para conocer más sobre ello ver La Historia de la Taha de Juviles
El hospedaje en la comarca, debido al auge turístico, ha aumentado en plazas en los últimos años. Hay hoteles, hostales, pensiones y fondas. Es original de esta región la «casa de labranza» que se alquila a los viajeros en grupo. También se han instalado campings -Pitres y Trevélez- y una villa turística (Bubión).
La historia de Las Alpujarras tiene su momento culminante en la época de la dominación musulmana y, sobre todo, en el siglo XVI, cuando se produce la sublevación del pueblo morisco ante las tropas cristianas de Felipe II. Los demás apartados no son vitales para el conocimiento actual de la región, pero se destacarán algunos aspectos desde la Prehistoria hasta la actualidad.
Prehistoria. Los restos humanos más antiguos encontrados en Las Alpujarras pertenecen al período Mesolítico. Sobre el cuarto milenio antes de Cristo comienza el Neolítico en esta región; se encontraron enterramientos de esta época en la Cueva de los Murciélagos, cerca de Albuñol, a unos 10 km de la costa granadina.
Hacia el 2.700 a. de C. aparece un nuevo foco cultural, basado en la riqueza de la minería, en los límites orientales de Las Alpujarras; el asentamiento más importante se llama Los Millares, en la Sierra de Gádor.
En los siglos posteriores surge un nuevo foco cultural, esta vez al Oeste de La Alpujarra. Es la llamada cultura Megalftica, centrada en Antequera y Huelva, que se extenderá por toda Europa. Durante este tercer milenio antes de Cristo, La Alpujarra, encerrada entre infranqueables montañas, llevará una evolución más lenta.
La Edad de Bronce en España también comienza cerca de La Alpujarra; en Al mería se desarrolla la cultura de El Argar, que se extenderá por gran parte de Europa entre el 1700 y el 1400 a. de C. También en este milenio, en la Andalucía occidental, se desarrolla el poderoso y rico estado de Tartessos, de cuya historia hay todavía importantes lagunas.
En el primer milenio antes de Cristo comienza la colonización por parte de puebIos orientales: griegos, fenicios, cartagineses y, por el norte, celtas. Este período culmina con la colonización romana. Ninguno de estos pueblos dejó una importante huella en La Alpujarra, tan sólo la colonización romana en la costa, como en Almuñécar, donde quedan importantes restos de un acueducto y el columbario.
Con la llegada de los árabes, en el 711, se empiezan a conocer datos históricos sobre la región. Quedan relatos sobre los alpujarreños que los muestran como independientes guerreros y proclives al bandidaje. En el siglo X, se produjo una insurrección en el sur andaluz contra la creación del califato de Córdoba, encabezada por Omar ben Hafsún. El pueblo alpujarreño tomó el bando de la independencia, por lo que el propio Abd-el-Rah man III tuvo que cruzar Sierra Nevada, llegar a Ugíjar y, tras varios días de ase dio, tomó el castillo de Juviles, cerca de Cádiar. Ver más en: www.juviles.net
En la época de los reyes de taifas, a partir del siglo Xl, se produce el auge de la taifa de Almería, debido a la industria sedera; Las Alpujarras se convierten en un centro productor de seda. Esta época da lugar a dos importantes escritores alpujarreños: lbn Charaf e lbn Omar. En el siglo XIII el ámbito musulmán queda reducido al reino nazarí de Granada. Los administradores granadinos dividen La Alpujarra en tahas (grandes municipios) y se construyen castillos en cada término municipal. Hasta hace bien poco el cultivo de las moreras y los gusanos de seda han tenido mucha importancia en las Alpujarras.
A partir de 1487 empieza el cerco cristiano al Reino de Granada (aproximadamente las provincias de Granada, Málaga y Almería), lo cual se empeora con los problemas dinásticos entre Muley Hacén, El Zagal y Boabdil. Entre 1487 y 1488 caen las partes occidental y oriental del reino. Esta última parte, que estaba en manos de El Zagal, fue cambiada por un feudo perpetuo en Las Alpujarras para el contrincante de Muley Hacén y Boabdil, pero al poco tiempo fue expulsado a Africa, donde fue encarcelado.
El 2 de enero de 1492, Granada se rinde y Boabdil firma las capitulaciones. También se le concedió un feudo en Las Alpujarras, con residencia a orillas del Andarax (cerca de Ugíjar), pero, lo mismo que a su tío, le obligan a marchar a Africa; esto ocurre en octubre de 1493, estableciéndose en Fez. En los preparativos muere su mujer Moraima, enterrada, según se cree, en el castillo del Valle de Lecrín.
Por las Capitulaciones de 1492, los Reyes Católicos concedían a la población musulmana el respeto de sus creencias, usos y costumbres, así como de sus propiedades, pero los repartimientos de tierras a la aristocracia castellana y la política intransigente del Cardenal Cisneros provocaron sublevaciones, siendo la más grave la ocurrida en 1500 en Las Alpujarras; este primer levantamiento fue sofocado con dificultad. Con el reinado de Carlos V, las relaciones se suavizan, pero al llegar al trono Felipe II se renueva la intransigencia, que culmina con la pragmática de 1 567, por la que se prohíbe el empleo de la lengua árabe y la expresión de usos y creencias moriscas.
A fines de 1568, los cabecillas moriscos acuerdan un levantamiento general, pero el fracaso de la sublevación en la capital granadina hará que el conflicto se centre, durante más de dos años, en Las Alpujarras, controlando los rebeldes varios puertos por donde recibieron ayuda del norte de Africa. En el Valle de Lecrín, el 27 de diciembre de 1 568, es proclamado rey Aben Humeya. La solemne coronación se llevará a cabo días después en Cádiar, en un olivar. Aben Humeya, también conocido como Aben Omeya, procedía de una antigua familia musulmana emparentada con los Omeya. Su familia se había convertido al cristianismo, por lo que tenía el nombre de Fernando de Córdoba y Válor; al iniciarse el conflicto es cuando cambia su nombre.
Todavía en diciembre de 1568 los moriscos se hacen fuertes en el Valle de Lecrin, haciendo retroceder a las tropas cristianas mandadas por el marqués de Mondéjar, hasta que el 10 de enero éstas pasan el Puente de Tablate y entran en Las Alpujarras. Mientras, Aben Farag, lugarteniente de Aben Humeya, había hecho incursiones en Lanjarón y en otras localidades de La Alpujarra occidental, como en Órgiva. Las tropas cristianas, entre el 10 y el 18 de enero, fueron doblegando las tahas de Poqueira, Pitres, Juviles y Ugíjar.
Aben Humeya, que prefiere la guerrilla, marcha de nuevo a occidente retomando el Valle de Lecrín y el Puente de Tablate, por lo que deja incomunicadas a las tropas cristianas. En estos momentos entra en combate por la parte oriental, como refuerzo, el marqués de los Vélez. El de Mondéjar pasa de nuevo a la parte occidental pero los moriscos lo entretienen en el Peñón de los Guájares (camino de Salobreña), con lo que los moriscos penetran de nuevo en La Alpujarra.
Aben Humeya, que se esconde en la zona de Bérchules, Válor y Mecina Bombarón, es cogido en emboscada en esta última localidad, lugar de residencia de Aben Aboo, primo y luego sucesor del cabecilla morisco.
En los primeros meses de 1 569 se estaban produciendo atrocidades por ambos bandos, como los 800 muertos de Válor. En abril, toma el mando cristiano D. Juan de Austria, hermanastro de Felipe II. En mayo, la insurrección se abre y llega a la Axarquia, Sierra de Bentomiz, Baza y el oriente de Almería, aunque en junio serán derrotados los últimos moriscos malagueños (Frigiliana). Entre junio y julio, las tropas cristianas consiguen victorias en La Alpujarra oriental (Berja, Ugíjar, pero en agosto, los moriscos vuelven a tomar Padul y otros pueblos del Valle de Lecrín. El marqués de Mondéjar es alejado por D. Juan de Austria.
En octubre de 1569, se produce una conspiración contra Aben Humeya en Cádiar. Se mezclaron varios motivos: la ambición de Aben Aboo, el enfrentamiento de Aben Humeya con las tropas turcas, el odio de la familia de su mujer (por haber matado el rey morisco a varios de sus miembros) e incluso el móvil de los celos. Aben Humeya descansaba en Laujar de Andarax (al este de Ugijar). Fue asesinado por su primo, quien le sucedió. Fue enterrado allí, pero D. Juan de Austria, al terminar el conflicto, trasladó sus restos a Guadix. El segundo rey morisco empieza bien su reinado al vencer a los cristianos en Órgiva pero, al entrar en combate el hermano de Felipe II, tiene que retirarse a las alturas de la sierra. En estos momentos, los moriscos de Granada y La Vega ya habían sido expulsados a otras provincias. En octubre de 1570, tan sólo contaba el cabecilla morisco con 300 hombres. Al final es también asesinado y llevado a la capital granadina.
Tras ser sofocada la rebelión se procede a la expulsión de los moriscos supervivientes, que han sido calculados en unos 80.000; el destino fue Andalucía occidental, La Mancha y Castilla. Unos pocos millares pudieron permanecer hasta la expulsión general del país, en 1610, bajo el reinado de Felipe III. Gran parte del territorio de Granada fue devastado. Hubo una repoblación de campesinos de Galicia, León, Asturias y Castilla; en total 12.542 familias que repoblaron 270 lugares, perdiéndose para siempre unos 130 lugares. A partir de estas fechas se va produciendo un retroceso general de la comarca y un fuerte olvido histórico; tan sólo se puede reseñar su participación duran te la Guerra Civil española.
Tras el levantamiento del 18 de julio de 1936, la costa granadina, malagueña y almeriense quedó bajo el mando del gobierno de la República, así como la parte oriental y central de La Alpujarra. Los sublevados, que tenían la capital granadina en su poder, no se aventuraron más allá de Lanjarón. Orgiva fue evacuada y quedó entre dos líneas prácticamente hasta el final de la guerra. Las familias ricas huían a la capital y en el interior de la comarca se producían atrocidades por ambos bandos, más por rencillas personales que por verdaderos motivos políticos.
Desde el final de la primera guerra hasta 1568 coexisten los moriscos en el reino de Granada. En 1526 se se produce el llamado decreto de la Junta de la Capilla Real de Granada, donde se da una normativa exhaustiva que regula la vida y convivencia de los moriscos entre los cristianos. Los moriscos recaudan dinero para que el emperador Carlos I suspenda este decreto durante 40 años. Pasado este periodo, en 1567, los sectores cristianos más ultras intentan aplicarlo, aunque Felipe II no está convencido del todo en llevarlo a cabo, pero sectores de la Iglesia -la inquisición- recuerdan a Felipe II que debe hacerlo, pues ha sido el mayor valedor del concilio de Trento.
Segunda guerra: Es la más importante y la que se reconoce como la guerra de los moriscos. El viernes, víspera de la navidad de 1568 hay un levantamiento de los moriscos en las Alpujarras, granadina y almeriense, en la Serranía de Ronda y en la Sierra de Bentomiz -parte de la Axarquía malagueña-. Los moriscos de la Alpujarra envían una delegación de 200 monfíes al Albaicín de Granada para animar a los moriscos de la capital granadina a unirse a ellos, sin conseguirlo. Se retiran a la Alpujarra y resisten mediante guerra de guerrillas al acoso de las tropas cristianas, al mando del marqués de Mondéjar, hasta que la presencia de Don Juan de Austria, hermanastro del Emperador, venido con tercios de Flandes les obliga a rendirse noviembre de 1570. Los moriscos alpujarreños nombraron a un jefe, Aben Humeya, la víspera de la Navidad de 1568 en Béznar, también llamado Don Fernando de Válor, a propuesta del otro jefe de la revuelta, Hernando el Zaguer. Aben Humeya, es traicionado y ajusticiado por los suyos en el Laujar de Andarax y proclamado rey Aben Aboo poco antes de la rendición total de los moriscos. Después de la rendición de los moriscos se produce un decreto de expulsión, hacia Castilla preferentemente.
Décadas después, entre 1609 y 1614, los moriscos son expulsados definitivamente de España hacia el Norte de África, aunque muchos se escondieron, se camuflaron entre la población cristiana, más por motivos económicos, ya que no tenían dinero para poder irse, que por otra cosa. Se calcula que quedaron entre la población del reino de Granada unos diez o quince mil moriscos.
Don Hernando de Córdoba y de Válor era morisco, hombre estimado entre los de aquella nación porque traía su origen del halifa Maruan; y sus antecesores, según decían, siendo vecinos de la ciudad de Damasco Xam, habían sido en la muerte del halifa Hucein, hijo de Alí, primo de Mahoma, y venídose huyendo á Africa, y después á España, y con valor propio habían ocupado el reino de Córdoba y poseídolo mucho tiempo con nombre de Abdarrahamanes, por llamarse el primero Abdaharraman; mas su propio apellido era Aben Humeya. Este era mozo liviano aparejado para cualquier venganza, y sobre todo, pródigo. Su padre se decía don Antonioo de Válor y de Córdoba, y andaba desterrado en las galeras por un crimen de que había sido acusado; y aunque eran ricos, gastaban mucho; y vivian muy necesitados y con desasosiego; y especialmente el don Hernando andaba siempre alcanzado, y estaba estos días preso, la caswa por cárcel, por haber metido una daga en el cabildo de la ciudad de Grananda, donde tenía una veinticuatría. Viéndose pues en este tiempo con necesidad acordó de venderla y irse a Italia o Flandes, según él decía, como hombre desesperado; y al fín la vendió a otro morisco, vecino de Granada, llamado Miguel de Palacios, hijo de Jerónimo de Palacios, que era su fiador en el negocio sobre que estaba preso, por precio de mil y seiscientos ducados; el cual, la mesma noche que había de pagarle el dinero, temiendo que si quebrantaba la carcelería, la justicia echaría mano dél y del oficio por la general hipoteca y se lo haría pagar otra vez, avisó al licenciado Santare, alcalde mayor de aquella ciudad, para que lo mandase embargar, y en acabando de contar el dinero, llegó un alguacil y se lo embargó. Hallándose pues don Hernando sin veinticuatría y sin dineros, determinó quebrantar la carcelería y dar consigo en la Alpujarra; y con sola una mujer morisca que traía por amiga, y un esclavo negro, salio de Granada otro día luego siguiente, jueves 23 de diciembre, y durmiendo aquella noche en la almaciría de una huerta, caminó el viernes hacia el valle de Lecrín, y en la entrada dél encontró con el beneficiado de Béznar, que iba huyendo la vuelta de Granada; el cual le dijo que no pasase adelante, porque la tierra andaba alborotada y había muchos monfís en ella; mas no por eso dejó de proseguir su viaje, y llegó a Béznar y posó en casa de un pariente suyo, llamado el Válori, de los principales de aquel lugar, a quién dio cuenta de su negocio. Aquella noche se juntaron todos los Váloris, que era una parentela grande, y acordaron que pues la tierra se alzaba y no había cabeza, sería bien hacer rey a quien obedecer. Y diciéndolo otros moros de los rebelados, que habían acudido allí de tierra de Órgiba, todos dijeron que era muy bien acordado, y que ninguno lo podía ser mejor y con razón que don Hernando de Válor, por ser de linaje de reyes y por tenerse por no menos ofendido que todos. Y pidiéndolo que lo aceptase, se lo agradeció mucho; y así le elegieron y alzaron por rey, yendo, según despues decía, bien descuidado de serlo, aunque no ignorante de la revolución que había en aquella tierra. Algunos quisieron decir que los del Albaicín le habían nombrado antes que saliese de Granada, aun nos persuadieron a creerlo al principio; mas procurando despues saberlo más de raiz, nos certificaron que no él, sino Farax, había sido el nombrado, y que los que trataban el levantamiento no solo quisieron encubrir su secreto a los caballeros moriscos y personas de calidad que tenían por servidores de su majestad, mas á este particularmente no se osaron descubrir, por ser veinticuatro de Granada y criado del marqués de Mondéjar, y tenerle por mozo liviano y de poco fundamento. Estando pues el lúnes por la mañana, á hora de misa, don Hernando de Válor delante la puerta de la iglesia del lugar con los vecinos dél, asomó por un viso que cae sobre las casas a la parte de la sierra, Farax Aben Farax con sus dos banderas, acompañado de los monfís que habian entrado con él en el Albaicin, trayendo sus instrumentos y haciendo grandes algazaras de placer, como si hubieran ganado alguna gran victoria. El cual, como supo que estaba allí don Hernando de Válor y que le alzaban por rey, se alteró grandemente, diciendo que cómo podía ser que habiendo sido él nombrado por los del Albaicin, que era la cabeza, eligiesen los de Béznar á otro, y sobre esto hubieran de llegar a las armas. Farax daba voces que había sido autor de la libertad, y que había de ser rey y gobernador de los moros, y que tambien él era noble del linaje de los Abencerrajes. Los Váloris decian que donde estaba don Hernando de Válor no había de ser otro rey sino él. Al fin entraron algunos de por medio y los concertaron desta manera: que don Hernando de Válor fuese el rey, y Farax su alguacil mayor, que es el oficio más preeminete entre los moros cerca de la persona real. Con esto cesó la diferencia y de nuevo alzaron por rey los que allí estaban a don Hernando de Válor, y le llamaron Muley Mahamete Aben Humeya, estando en el campo debajo de un olivo. El cual, por quitarse de delante a Farax Aben Farax, el mesmo dia le mando que fuese luego con su gente y la que mas pudiese juntar á la Alpujarra, y recogiese toda la plata, oro y joyas que los moros habian tomado y tomasen, así de iglesias como de particulares, para comprar armas de Berberia. Este traidor, publicando que Granada y toda la sierra estaba por los moros, yendo levantando lugares, no solamente hizo lo que se la mandó, mas llevando consigo trescientos mofís salteadores, de los mas perversos del Albaicin y de los lugares comarcanos, á Granada, hizo matar todos los clérigos y legos que halló captivos, que no dejó hombre a vida que tiviese nombre de cristiano y fuese de diez años arriba, usando muchos géneros de crueldades en sus muertes, como lo diremos en los capítulos del levantamiento de los lugares de la Alpujarra.
Bien se deja entender que esta don Hernando supo lo que se trataba del levantamiento, ansi que la priesa que se dio en vender su veinticuartía, como porque, según nos dijo el licenciado Andrés de Álava, inquisidor de Grananda, con quien profesaba mucha amistad, que estando de camino para visitar la Alpujarra por orden particular de su majestad, que le mandaba que visitando la tierra, en el secreto del Santo Oficio procurase entender si los moriscos trataban alguna novedad, habia ido a él pocos días antes que se alzase el reino, y aconsejándole por via de amistad que no se pusiese en camino hasta que pasase la pascua de la Navidad, porque para entonces estría ya la gente mas quieta, y le aconsejaria él por su persona; y habia hecho tanta instancia sobre esto, que se podia suponer que ya él lo sabia, y por ventura quiso excusar la ida del inquisidor, pareciéndole que si le tomaba el levantamiento dentro de la Alpujarra, se ponia de nuestra parte mucha diligencia en socorrerle, aunque tambien pudo ser que quiso apartarle del peligro en que veía que se iba a meter, por la amistad que con él tenía. Sea como fuere, esta es la relacion más cierta que pudimos saber deste negocio.
Congoja pone verdaderamente pensar, cuando mas haber de escribir, las abominaciones y maldades con que hicieron este levantamiento los moriscos y monfis de la Alpujarra y de los otros lugares del reino de Granada. Lo primero que hicieron fue apellidar el nombre y seta de Mahoma, declarando ser moros ajenos de la santa fe católica, que tantos años había que profesaban sus padres y abuelos. Era cosa de maravilla ver cuan ensañados estaban todos, chicos y grandes, en la maldita seta; decian las oraciones a Mahoma, hacian sus procesiones y plegarias, descubriendo las mujeres casadas los pechos, las doncellas las cabezas; y teniendo los cabellos esparcidos por los hombros, bailaban publicamente en las calles, abrazaban los hombres, yendo los mozos gandules delante haciendole aire con los pañuelos, y diciendole en voz alta que ya era llegado el tiempo del estado de la inocencia, y que mirando en la libertad de su ley, se iban derechos al cielo, llamandola ley de suavidad, que daba todo contento y deleite. Y a un mesmo tiempo, sin respetar a cosa divina ni humana, como enemigos de toda religion y caridad, llenos de rabia cruel y diabolica ira, robaron, quemaron y destruyeron las iglesias, despedazaron las venerables imagenes, deshicieron los altares, y poniendo manos violentas en los sacerdotes de Jesucristo, que les enseñaban las cosas de la fe y administraban los sacramentos, los llevaron por las calles y plazas desnudos y descalzos, en publico escarnio y afrenta. A unos asesinaron, a otros asaetearon vivios, y a muchos hicieron padecer diversos generos de martirios. La mesma crueldad usaron con los cristianos legos que moraban en aquellos lugares, sin respetar vecino a vecino, compadre a compadre ni amigo a amigo; y aunque algunos lo quisieron hacer, no fueron parte para ello, porque era tanta la ira de los malos, que matando cuantos les venia a las manos, tampoco daban vida a quien se lo impedia. Robaronles las casas, y a los que se recogian en las torres y lugares fuertes los cercaron y rodearon con llamas de fuego, y quemando muchos dellos. A todos los que se le rindieron a partido dieron igualmente muerte, no queriendo que quedase cristiano vivo en toda la tierra, que pasase de diez años arriba. Esta pestilencia comenzo en Lanjaron, y paso a Orgiba el jueves en la tarde en la taa de Poqueira, y de alli se fue extendiendo el humo de la sedicion y maldad en tanta manera, que en un improviso cubrio toda la faz de aquella tierra, como se ira diciendo por su orden. Y porque juntamente con la historia de este rebelion hemos de hacer una breve descripcion de las taas de la Alpujarra y lugares dellas, para que el letor lleve mejor gusto en todo, diremos primero en este lugar que cosa es taa, y lo que significa este nombre berberisco.
Taa es un epiteto de que antiguamente usaron los africanos en todas las ciudades nobles, como dijimos atrás en el capitulo tercero del primer libro, y taa quiere decir cabeza de partido o feligresia de gente natural africana, aunque otros interpreten pueblos avasallados y sujetos. Dicen algunos moriscos antiguos haber oido a sus pasados, que por ser las sierras de la Alpujarra fragosas y estar pobladas de gente barbara, indomita y tan soberbia, que con dificultad los reyes moros podian averiguarse con ellos, por estar confiados en la aspereza de la sierra, como acaece tambien en las serranias de Africa, que estan pobladas de bereberes, tomaron por remedio dividirlas toda en alcaidias y repartirlas entre los mesmos naturales de la tierra; y despues que estos hubieron hecho castillos en sus partidos, vinieron a meter en ellos otros alcaides granadinos y de otras partes, con alguna gente de guerra, para poderlos avasallar. Como habia en cada partido destos un alcaide, a quien obedecian mil o dos mil vasallos, tambien habia un alfaqui mayor que tenia lo espiritual a su cargo, y aquel distrito llamaban taa. Finalmente, es lo mesmo que en Africa nueiba , que quiere decir partido de barbaros pecheros del magacen del Rey; una de las cuales es la tierra de Orgiba, que aunque cae fuera de la Alpujarra, esta en la entrada della, donde comenzaremos por alli su maldad, y por la mesma orden iremos prosiguiendo en las demas taas como se fueron alzando.
Luego como en Lanjaron, lugar del valle de Lecrin, se entendio el desasosiego de los moriscos, el licenciado Espinosa y el bachiller Juan Bautista, benficiados de aquella iglesia, y Miguel de Morales, su sacristan, y hasta diez y seis cristianos, se metieron en la iglesia y llegando Abenfarax, les mando poner fuego, y el beneficiado Juan Bautista se descolgo por una pleita de esparto y se entrego luego al tirano, el cual le hizo matar a cuchilladas, y prosiguiendo en el fuego de la iglesia, la quemo y hudio sobre los que estaban dentro. Y haciendolos sacar de debajo de las ruinas, los hizo llevar al campo, y alli no se hartaban de dar cuchilladas en los cuerpos muertos: tanta era la ira que tenian contra el nombre cristiano. Luego pasaron a la taa de Orgiba, llevando consigo a los mancebos del lugar.
La taa de Órgiba tiene á poniente á Lanjaron, lugar del valle de Lecrin, y á Salobreña y Motril; al cierzo confina con Sierra Nevada; al levante con las taas de Poqueira y Ferreira y con la del Cehel, que cae hácia la mar, que todas están en la Alpujarra; y al mediodia tiene el mar Mediterráneo, donde está en la lengua del agua un castillo fuerte de sitio, que los moros llaman Sayena, y los cristianos Castil de Ferro. Por medio desta taa atraviesa un río que baja de la Sierra Nevada, y corriendo hacia la mar con algunas vueltas, va a juntarse con el río de Motril. Es tierra fertil, llena de muchas arboledas y frescuras, y por ser templada, se crian naranjos, limones, cidros y todo genero de frutas tempranas, y muy buenas hortalizas en ellas. La cria de la seda es mucha y muy buena, y hay hermosísimos panizos y alcandia, y la mayor parte dellas se riegan con el agua del río y de las fuentes que bajan de aquellas sierras. Hay en esta taa 15 lugares, que los moriscos llaman alcarías, cuyos nombres son: Pago, Benizalte, Sórtes, Cáñar, Elfex, Bayárcas, Soportujar, Catanuz, Beniceyed, Lexur, Barxar, Guarros, Lulia, Faragenit y Albacete de Órgiba, que es el lugar principal donde está una torre, que estaba en este tiempo algo mejor provenida que otras veces, porque habiéndose llevado aquel lugar los moros de Berbería, pocos años antes se habia puesto mejor reacudo en ella. La mayor parte destos lugares están en las hadaz de las sierras, y lo otros en una vega llana que se hace entre ellas, donde está el lugar de Albacete de Órgiba.
El día que el Partal y el Seniz mataron aquellos cristianos que dijimos de Ujijar, y los dos hombres que escaparon de sus manos fueron huyendo al lugar de Albacete de Órgiba y dieron aviso á Gaspar de Sarabia, que estaba por alcaide y gobernador de aquella taa, el cual luego otro dia viérnes bien de mañana envió á Camacho, alguacil mayor, con ocho cristianos alcabuceros, y con ellos algunos moriscos desarmados, á que supiesen que novedad habia sido aquella. Y mientras ellos iban, vino a él un morisco, alguacil de Binizalte, llamado Alvaro Abuzayet, y le dijo que hiciese recoger con brevedad todos los cristianos chicos y grandes á la torre, porque estaba la tierra levantada. Con esta aviso se recogieron luego Alonso de Algar, cura de Albacete, y los otros clérigos, beneficiados y vecinos cristianos que moraban en los lugares de aquella taa, sin recibir daño, sino fueron los de Soportujar y algunos perezosos. Los ocho arcabuceros corrieron peligro de perderse, porque estando en el lugar de Barxar enterrando los cristianos que habías sido muertos el dia antes, vieron los mofis en ellos, y haciendolos huir, los fueron siguiendo hasta cerca de la torre, llamándolos de perros, y diciendoles que ya era llegado su dia, y les quitaron algunas armas, y los proprios moriscos de paces que iban con ellos fueron los que más los persiguieron. Viendo pues Gaspar de Sarabia lo que pasaba, recogió á grán priesa las moriscas y muchachos que pudo haber en el lugar y la metió en la torre, entendiendo que si se diese en necesidad, no faltaría quien se compadeciese, padres, maridos ó hermanos, y que secretamente les proverian de agua y de bastimentos mientras le venia socorro. Finalmente, se encerró en la torre con ciento y ochenta personas y algunos hombres esforzados entre ellos, uno de los cuales se llamaba Pedro de Vilches, por otro nombre Pie de palo, porque teniendo cortada una pierna á cercen la traia puesta de palo, y era hombre animoso y muy plastico en aquellas tierras; y otro Leandro, que era gran cazador, y acaso habia llegado allí aquella noche con dos cargas de conejos y perdices y un cuero de aceite; que cierto parecido haberlo enviado Dios para la salud de aquella gente; porque además de que él era buen arcabucero; y llevaba su arcabuz con cantidad de munición para poder pelear, la caza sulió la necesidad y hambre de algunos días, y el aceite fue de mayor importancia para quemar á los enemigos una manta de madera que les arrimaron al muro de la torre, entendiendo poderlo picar por debajo. No fueron bien recogidos los cristianos cuando se levantó el lugar, en un barrio que está cerca dél arbolaron una bandera, y tumultosamente se recogieron á ella los mancebos gandules, y no mucho despues pareceiron otras seis banderas, la mayor de ellas colorada, con unas lunas de plata en medio, y las otras todas de seda de diferentes colores, y atravesaron por un viso á vista de la torre, fueron á ponerse en los olivares, acompañados de mucha gente armada de arcabuces y ballestas. De allí enviaron á recoger los lugares que estaban en los llanos, y salieron hombres y mujeres con bagajes cargados de ropa y de bastimentos, y los ganados por delante se subieron á las sierras de Poqueira, y la gente armada cercó la torre donde estaban nuestros cristianos. Luego que se alzaron los lugares de Soportújar y Cáñar y los demás de las sierras, lo primero que hicieron aquellos herejes fué destruir las iglesias, y saquear lo que había en ellas y en las casas de los cristianos. En Soportújar perdieron por engaño al vicario de Ojeda, beneficiado de aquel lugar, y despues de tener preso á él y á un muchacho criado suyo, llamado Martín, ofreciéndole de darle libertad un morisco que tenia por amigo, que se decia Bartolome Aben Moguid, hijo del alguacil del lugar, le sacó de donde estaba y le escondió en casa de otro morisco, llamado Miguel de Jeréz, y allí estuvo cuatro días, al cabo de los cuales vino Farax Aben Farax, que, como quedaba dicho, iba recorriendo los lugares por mandado de Aben Humeya, y donde quiera que llegaba hacia pregonar que, so pena de vida, ningun moro fuese osado de esconder cristiano de ninguna edad que fuese, sino que luego se los manifestasen, y de miedo dél declaró Aben Moguid como tenia aquellos dos cristianos. Y enviado Aben Farax dos moros por ellos, los sacaron de donde estaban y los desnudaron en cueros y atándoles las manos atrás, los entregaron a Zacarías de Aguilar, enemigo del beneficiado, el cual los llevó á la plaza del lugar y tomándolos los vecinos en medio, les dieron muchos bofetones y puñadas, y despues los llevaron á un montecillo que está como media legua de allí, para matarlos y dejar los cuerpos en el campo, porque Aben Farax mandaba que no les diesen sepultura. Y juntamente llevaron una cristiana, llamada Beatriz de la Peña, con cinco hijos niños, y teniéndolos ya para matar, acertó a pasar por aquel camino Aben Humeya, que venía de Beznar, y condoliéndose de la mujer y de los niños, les mandó que solamente matasen al vicario, y que los demás volviesen al lugar y se lo guardasen hasta que enviase por ellos. Luego cargaron los enemigos de Dios sobre aquel sacerdote, que invocaba su santísimo nombre, y dándelo uno dellos con la verga de la ballesta en la cabeza un gran golpe, que le aturdió con él en el suelo, le hicieron luego los otros con las lanzuelas y espadas, hasta que le acabaron de matar. Y encendidos en aquella ira, hirieron tambien a Martín, su criado, de una cuchillada en la cabeza, que se la hendieron, diciéndole que le hirio: << Toma, perro, porque eres hijo del alguacil de Órgiba >> Ved cuanta enemistad era la que tenian con los ministros espirituales y temporales, que aun a sus hijos niños no perdonaban. La mujer con sus crasturas llevaron Soportújar, y despues al castillo de Jubíles donde alcanzaron libertad cuando el marqués de Mondéjar lo ganó, con otras muchas cristianas que habia recogido alli Aben Humeya.
Las taas de Poqueira y Ferreira están en la entrada de la Alpujarra; las cuales confinan a poniente con la taa de Órgiba, a levante con la de Jubíles, al mediodía con el Cehel, y á tramontana con Sierra Nevada. En la taa de Poqueira hay cuatro lugares llamados Capilaira, Alguazta, Pampaneira y Bubión; y en la de Ferreira hay once: Pitres, Capileira de Ferreira, Aylácar, Fondáles, Ferreirola, Mecina de Fondales, Pórtugos, Luaxar, Busquistar, Bayarcal y Harat el Bayar. Toda esta tierra es muy fresca, abundante de muchas arboledas; críase en ella cantidad de seda de morales; hay muchas manzanas, peras, camuesas de verano y de invierno, que llevan los moradores a vender a la ciudad de Granada y á otras partes todo el año, y mucha nuez y castaña ingerta. El pan, trigo, cebada y alcandia que alli se coge es todo de riego, y lo mejor y lo de mas provecho que hay en el reino de Granada. Está una sierra entre estas dos taas, donde se crian hermosas viñas y huertas, y en ella nacen muchas fuentes de agua fría y saludable, con que se riegan, y son todas las frutas, hortalizadas y legumbres que allí se cogen muy buenas. Es tan grande la fertilidad desta tierra, que si siembran los garbanzos blancos en ella, los cogen negros; y son los castaños tan grandes, que en el lugar de Bubión hay uno donde una mujer tenía puesto un telar para tejer lienzo entre las ramas, y en el hueco del pie hacía su morada con sus hijos; y cuando el comendador mayor de Castilla entró con su campo en la Alpujarra, estando en aquel lugar, vimos seis escuderos con sus caballos dentro del hueco de aquel árbol, y a la partida le pusieron fuego unos soldados y le quemaron. De verano hay en estas tierras hermosísimos parstos para los ganados; y de invierno, porque es tierra muy fría, los llevan a los de Dalías, ó hacia Motril y Salobreña, que es más caliente y templado por los aires de la mar. Están estas dos taas a manera de península, entre dos ríos que bajan de la Sierra Nevada; el primero y más occidental nace sobre la mesma taa de Poqueira, y corriendo sobre asperísimas y altas sierras, la cerca por aquella parte, y se va a juntar con el rio de Motril antes de llegar a la puente Tejali, donde está el puerto de Jubiein, que es la entrada de Órgiba a la Alpujarra yendo por el rio de Cadiar, que se pasa en ese camino , en espacio de cuatro leguas, mas de sententa veces por pasos dificultosos y puertos fragosísimos de peñas. El otro rio nace tambien en la Sierra Nevada, á levante dél y a poniente del lugar de Trevélez, y con la mesma aspereza y fragosidad cerca de las dos taas a oriénte y mediodía. Por bajo el lugar de Ferreira hace dos brazos y entrambos se juntan con el río que baja de Alcázar, y se van despues a meter en el río de Motril en la garganta del Dragón, que los moriscos llaman Alcazaubin. Recógense en aquel lugar tantas aguas de verano, por razón de las nieves que se derriten de las sierras, que parece un mar tempestuoso el ruido que lleva el río. Esta tierra decian los moriscos haber oido decir a sus pasados que jamás había sido conquistada por fuerza de armas, y así tenían mucha confianza en el sitio y fortaleza della, creyendo que ningún ejercito acometería la entrada, habiendo quien defendiese los asperísimos pasos, donde poca gente era fuerte y poderosa; y por esta razón eligieron aquel sitio donde se recoger del primer ímpetu con sus mujeres, hijos y ganado.
Alzáronse los lugares de la taa de Poqueira viernes por la mañana á 24 días del mes de diciembre. Los cristianos que habia en ellos corrieron luego a favorecerse en la torre de la iglesia del lugar de Burburon, que al parecer era fuerte, aunque no estaba acabada, y los herejes traidores (que así merecen que los llamemos de aquí en adelante), viendo que se defendían, fueron a saquearles las casas, y cercaron la iglesia, abrieron una puerta que estaba tapiada, encubierta de la torre, y entrando furiosamente por ella, destruyeron y robaron todas las cosas sagradas, y luego juntaron muchos zarzos y tascos untados con aceite para poner fuego a la puerta de la torre. Viendo esto los cristianos, y hallandose sin defensa, sin agua y sin mantenimientos, tomaron por medio rendirse antes que morir abrasados por crueles llamas; y fuérales menor mal, si los enemigos no usaran despues otras mayores crueldades con ellos; porque los desnudaron y ataron, y les dieron muchos palos y bofetadas; y habiendolos tenido aprisionados diez y nueve días los sacaron á justiciar por mandado de Aben Humeya a una huerta cerca del lugar, un día antes que el marques de Mondéjar llegase a Órgiba; y allí hicieron pedazos con las espadas al licenciado Quirós, cura del lugar de Concha, y al beneficiado Bernabé de Montanos, y á Godoy, su sacristan, y a otros veinte legos; y dejando los cuerpos a las aves y a los perros que se los comiesen,a solas las mujeres y a los niños de diez años abajo tomaron por captivos. El bachiller Baltasar Bravo, beneficiado y vicario de aquella taa, porque sabian que tenia mucho dinero, no le mataron, y dandole tormento, le sacaron tres mil ducados de oro y mucha plata labrada, y con esperanza que les habia de dar mas, le dejaron con vida.
Los de la taa de Ferreira se alzaron el mesmo día y hora que los de Poqueira, especialmente los de Pórtugos y los de otros lugares junto a él. Los cristianos, en sintiendo el alzamiento, fueron luego a favorecerse en la torre de la iglesia de aquel lugar con sus mujeres e hijos. Los moros les saquearon las casas y entrando en la iglesia por una puerta pequeña, la robaron y destruyeron, y pusieron fuego a la torre, amenazando a los que se habían encastillado dentro con cruel muerte si luego no se rendian. Hubo algunos animosos que mostraban querer mas morir que verse en poder de aquellos infieles; otros, viéndose quemar vivios, y oyendo las piadosas lamentaciones de sus mujeres e hijos, considerando que ninguna crueldad se podría usar con ellos mayor que la del fuego, y teniendo alguna esperanza de que no los matarían, determinaron de rendirse; y al fin persuadieron a los demás á que se diesen a partido, con promesa de que no les harían otro mal sino tomarles por captivos. Habiéndeso pues tardado en determinarse, el fuego fue creciendo cada hora mas y ocupó la escalera de la torre; y siendoles forzado descolgarse con sogas por la parte de fuera, donde no habian aun llegado las llamas, el recibimiento que les hacian aquellos enemigos de Dios era desnudarlos en poniendo los pies en el suelo, y darles muchos palos y bofetones, y atándoles las manos atrás, los llevaban a meter de pies en un cepo, Al beneficiado Juan Díez Gallego, que residia en Pitres, y acertó a hallarse allí aquel día, mataron de una saetada, estando asomado a una ventana de la torre. Prendieron a los beneficiados Juan Vela y Baltasar Torres, y a su padre, y a otros muchos legos, y a las mujeres y niños que tuvieron lugar de poderse descolgar; y cuando fue aplacada la llama; retirando las brasas, entraron dentro, y á todos los hombres que hallaron vivos los mataron; y por atormentar más a los cristianos presos con pena y vituperio, les hicieron sacar de la torre los cuerpos muertos, y que con sogas a los pescuezos les llevasen arrastrando fuera del lugar y los echasen en un barranco; y despues los mataron a ellos, sacandolos de cuatro en cuatro para que durase mas la fiesta, llevándolos desnudos y descalzos, dandoles de pezcozones y puñadas. Ponianles en su orden sentados en el suelo en una haza, y luego comenzaban su venganza; El que llevaba la soga con que iba el cristiano atado, era el primero que le hería; y luego llegaban los otros y le daban tantas lanzadas y cuchilladas, hasta que le acababaan de matar; algunos entre. garon a las moriscas antes que espierasen para que tambien ellas se regocijasen. Uno de estos fue Juan de Cepeda, hafiz de la seda, el cual llevo su martirio, si en aquel punto supo gozar de Dios, por manos de mujeres con piedras y almaradas. Mataron tambien ese dia una morisca viuda, que habia sido mujer de un cristiano, llamada Ines de Cepeda, porque no quiso ser mora como ellos, y les decia que era cristiana y que no queria mayor bien que morir por Jesucristo. En esta constancia la degollaron, y dio el alma a su Criador, encomendandose muchas veces a la gloriosa virgen María. No podian los descreidos llevar a paciencia que los cristianos cuando se veian en aquel punto se encomendasen a Dios y a su bendita madre. Y como herejes y malos les decian: <Perros, Dios no tiene madre;> y los herian cruelisimamente. Al beneficiado Baltasar Torres rogaron mucho que se tornase moro dos herejes llamado Pedro Almalqui y Juan pastor, y le prometian que le darian su hacienda y le casarian.. Y como les respondiese que era sacerdote de Jesucristo y que habia de morir por él, le dieron de bofetadas y puñadas; y diciendole por escarnio;<Perro, llama ahora al Arzobispo y al Presidente y a Albotodo que te favorezcan.> Cuando hubieron sacado por engaña á su madre doscientos ducados que tenia escondidos, con promesa de que no le matarian, le desnudaron en cueros, y maniatado con una soga a la garganta, le llevaron a la plaza, y apártandole a un cabo, donde llaman el Lauxar, le cortaron los pies y las manos, y luego le ahorcaron juntamente con otros dos cristianos mancebos, que el uno no tenia edad de catorce años; y porque lleraba un niño sobrino del beneficiado viendo matar a su tío, le mataron tambien a él. Murieron en este lugar veintidos cristianos entre clérigos y legos, y dos niños de edad de tres años, ó poco más. Los autores de estas crueldades que Farax Aben Farax mandaba hacer, fueron Luis el Hardon y Miguel de Granada Xaba, juntamente con las cuadrillas de los monfis.
Alzóse el lugar de Mecina de Fondales el mesmo día viernes en la noche, y tomando a los cristianos que vivian en aquel lugar descuidados, los prendieron a todos en sus casas y los robaron. Luego acudieron a la iglesia, y como si en aquello estuviera toda su felicidad, destruyeron todas las cosas sagradas, y se llevaron los ornamentos y cosas de precio que allí habia. Fueron muchos los tratamientos y afrentas que hicieron a los cristianos captivos en este lugar; y despues de bien hartos de ultrajarlos, mataron diez y seis personas, y entre ellos dos beneficiados, llamados Luis de Jorquera y Pedro Rodríguez de Arceo, y a Diego Pérez, sacristan, y á Pedro Montanes, hombre rico, y a su mujer y a una criatura que llevaba en los brazos. Sacándolos a todos desnudos, las manos atadas, fuera del lugar, dándoles de palos y bofetadas, y despues los herian cruelmente con lanzas, espadas y con piedras.
El lugar de Pitres de Ferreira se alzó la noche de navidad, viernes a 24 de diciembre, como los demás desta taa. Los cristianos que allí vivian, y otros que se hallaron en él acaso, en sistiendo el alboroto de la gente se metieron en la torre de la iglesia, y los moros les saquearon las casas y los cercaron. Teniendolos pues cercados, y viendo que se defendían, un moro de los principales de aquel lugar, llamado Miguel de Herrera, les persuadio con buenas palabras a que se rindiesen, diciendo que no los matarian; los cuales lo hicieron ansí, viendo lo poco que podia durar su vana defensa. Luego saqueron y robaron la iglesia y deshicieron los altares. Miguel de Herrera llevo a su casa y a otras de particulares los prisioneros, dándoles esperanza de que no moririan; y habiéndolos tenido alli tres dias, llego el traidor de Farax, y dejandole mandado que los matese, los llevaron a todos maniatados a casa de Diego de la Hoz el viejo, que era un cristiano rico que vivia en aquel lugar, y haciendo pregonar que todos los moros y moras que quisiesen regocijarse con la muerte de sus enemigos saliesen a la plaza a ver como los mataban, en un punto se hinchó toda la gente. El primero que sacaron fue el beneficiado Jerónimo de Mesa, y poniendo una garrucha con una gruesa soga en lo alto de la torre de la iglesia, le ataron los brazos atrás asidos della, y subiendole arriba, le dejaron caer tres veces de golpe en el suelo con los brazos descoyuntados, y de los golpes que daba sobre una losa, se le hicieron pedazos las canillas de los pies y de los muslos en presencia de su madre, que era morisca de nacion y buena cristiana; la cual viendo hecho pedazos a su hijo, llego a él con ánimo varonil y besándole muchas veces el rostro, le dijo: <Hijo mio, esforzad en Dios y en su bendita Madre, que son los que han de favorecer vuestra alma; que los tormentos presto pasaran.> El cual alzando los ojos al cielo, daba infinitas gracias a Jesucristo, derramando lágrimas de contemplacion con tanto ánimo como si no sintiera aquel tormento. Viendole pues los herejes en esta constancia, y que tan de corazon se encomendaba a Dios, llegaron a él, y por escarnecerle le decian: < Perro, di agora el Ave Maria; veamos di te quitara de aquí.> Y tornándole a subir otra vez a lo alto, le dejaron caer cuatro veces, y luego le quitaron; y echandole una soga a la garganta, le entregaron a las moras para que tambien ellas tomasen su venganza en él; las cuales le llevaron arrastrando fuera del pueblo, y hiriéndole con almaradas, lanzuelas y piedras, le acabaron de matar; y volviéndose contra su madre, le escupian en la cara, llamándola de perra cristiana; y mesándola, de dándole de bofetadas, le dieron tantas heridas y pedradas, que la derribaron muerta sobre el cuerpo de su hijo. Acabado este espectáculo, sacaron a Diego de la Hoz el viejo, y al gobernador de Torviscon, y á Francisco de Campuzano, y con ellos otros muchos cristanos, y los llevaron donde los habian de matar; y porque algunos, teniendo las manos atadas, hacian la cruz con los dedos pulgares, y la besaban, llegaban a ellos y se los cortaban. Hubo entre estos cristianos dos muchachos, que el mayor sería de trece años, y era hijo de Anton Martin, familiar del Santo Oficio, en quien el señor puso su mano aquel dia, porque no bastaron con ellos ruegos, promesas ni amenazas para que renegasen. Y queriéndolos sacar a matar con los demas, se llego uno llamado Pedro, hijo de Diego de la Hoz, a su madre, y con semblante alegre le dijo: < Señora madre, rogad a Dios por mi.> Y como le respondiese llorando: < Hijo mio, tu eres el que ha de rogar por todos,> le replico el muchacho: < Por cierto, señora, yo lo hare, y no tengais pena de mi muerte; que voy muy alegre y contento a morir por Jesucristo.> Y con grandísimo esfuerzo llegaron entrambos a donde estaban los otros cristianos muertos, y hicando las rodillas en el suelo, sin temor de aquella muerte breve, fueron a gozar de la vida perdurable, ensangrentando en ellos sus espadas los enemigos de Jesucristo; cosa por cierto de admiración, y para dar gracias al Omnipotente, que no hubo en todo este alzamiento cristiano, hombre ni mujer, grande ni pequeño, sacerdote ni lego, que negasen la fe; antes hubo algunos moriscos y moriscas que holgaron morir por ella, y se ofrecian de buena gana al sacrificio con tanto mas ánimo , cuanto mayores crueldades veian hacer. Padecieron en este lugar veintitres cristianos por sentencia de Miguel de Herrera, que como juez los condenaba. Los principales ejecutores del mal que alli se hizo fueron Lorenzo de Murcia, Lorenzo Campanari, Miguel de Montoro y Miguel Zenin y el Mehme. Otras muchas crueldades se hicieron en los otros lugares destas taas, que dejo de poner, porque para haberlo de contar todo, seria menester gran volumen y cansar al lector.
La taa de Jubíles confina á poniente con las taas de Poqueira y Ferreira, a tramontana tiene la Sierra Nevada, al mediodía el Cehel y á levante la taa de Ujijar de Albacete. Es tierra de muchas sierras y peñas, especialmente á la parte de Sierra Nevada. Hay en ellas veinte lugares llamados Válor, Viñas y Exen, Mecina de Bombarón, Yátor, Narila, Cádiar, Timen, Portel, Gorco, Cuxurio, Bérchul, Alcútar, Lóbras, Nieles, Castaras, Notaes, Trevélez y Jubiles, que es la cabeza.
Hacia la parte de Bérchul hay grandes cuevas, que naturaleza hizo y fortaleció entre las peñas en lugares muy secretos, donde los moriscos tenian recogidos muchos bastimentos para el tiempo de la necesidad. A la parte de levante y mediodía cerca esta taa un rio que nace en lo mas alto de Sierra Nevada , junto al puerto de Loh que quiere decir puerto de la Tabla, porque está una tabla de tierra llana en lo mas alto dél, por donde se atraviesa la Sierra Nevada, yendo de Guadix á La Alpujarra.
Este rio es el que llaman de Cádiar, y entre él y el que dijimos que baja de junto a Trevélez y cerca las taas de Poqueira y Ferreira, está la taa de Jubíles, la cual es abundante de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y de mucho ganado; mas tiene muy pocas arboledas, y la seda que alli se cria no es tan buena como la de las otras taas, especialinente la del proprio lugar de Jubíles.
Jubiles es el lugar principal desta taa, donde se ven las ruinas de un castillo antiguo, en un sitio asaz grande y fuerte, en el cual dicen los moriscos antiguos que habia en tiempo de moros un alcaide y gente de guerra para tener sujetos los lugares de aquel partido, que eran los mas inquietos de la Alpujarra, bárbaros y bestiales sobremanera. Levantáronse los moriscos deste lugar y de los otros desta taa el viérnes víspera de Navidad, cuando los monfís hubieron muerto los cristianos que fueron a alojarse á Cadiar con el capitan Herrera, y lo primero que hicieron fué robar la iglesia y destruir cuanto habia en ella. Luego corrieron a las casas de los cristianos que moraban en el lugar, y no con menor cudicia que ira las saquearon, y prendiéndolos, los metieron en la iglesia con gente de guardia, y allí los tuvieron algunos días, predicándoles su seta y amonestándoles que se volviesen moros, hasta tanto que volvió Farax, y mandó que los matasen a todos; y por su órden los mataron el juéves 30 dias del mes de diciembre. Los primeros fueron el beneficiado Salvador Rodríguez y el cura Martin Romero, y su sacrístan Andrés Monje. Lleváronlos desnudos en cueros, las manos atadas atrás, á una haza que estaba cerca de la iglesia , y allí los acabaron á cuchilladas, y con ellos otros dos legos. Y teniendo ya en aquel lugar para hacer lo mesmo de otros cristianos de los que tenian presos, acertó á pasar por allí don Hernando el Zaguer, que andaba requiriendo aquellos pueblos, y se los quitó y los entregó á un morisco del lugar, para que tuviese cargo de guardarlos hasta que se los pidiese. Estas crueldades que Aben Farax hacia, no aplacían nada al Zaguer; antes le aborrecía por ello á él y á los que con él andaban; mas no osaba contradecírselo, porque temía que los moros rebelados se lo ternían á mal, y dirían que favorecía a los cristianos, ó que se apiadaba dellos; y por el mesmo caso, haciéndose á la parte de Aben Farax, le alzarían por su gobernador, por ser hombre enemigo y perseguidor del nombre cristiano.
Los del lugar de Alcútar se alzaron el mesmo día que los de Jubíles, robaron la iglesia, hicieron pedazos los retablos y imágines, destruyeron todas las cosas sagradas, y no dejaron maldad ni sacrilegio que no cometieron en compañía de los monfís y de Esteban Partal, su capitan. Fueron á casa del vicario Diego de Montoya, beneficiado de aquel lugar, y entrándola por fuerza, le mataron de una saetada. Prendieron al Licenciado Montoya, su sobrino, y cortáronle una mano; saquearon cuanto tenían. Tomaron vivos a Juan de Montoya, beneficiado del lugar de Cuxurío de Bérchul que se halló allí a la sazon y a otros cristianos y cristianas que vivian en él, y llevándolos después á matar al lugar de Cuxurio con otros captivos, como se dirá adelante, mostraban gran sentimiento de pesar por no haber prendido al vicario Diego de Montoya, porque quisieran tomar muy de espacio venganza en el.
Tambíen se alzaron los del lugar de Narila el viernes en la noche, los cuales destruyeron y robaron la iglesia y las casas de los cristianos, y prendiéndolos á todos, y entre ellos á un clérigo de misa llamado Cebrian Sanchez, los llevaron maniatados al lugar de Alcútar; y habiéndolos tenido allí predicándoles su seta y persuadiéndos que se tornasen moros, y amenazándoles que si no se hacian les darian cruelísimas muertes, cuando vieron que les aprovechaban poco sus persuasiones y amenazas, desnudaron todos los hombres en cueros, y los llevaron, las manos atadas atrás, al lugar de Cuxurio, donde los mataron; siendo autores desta maldad Lope y Gonzalo Seniz, vecinos de Cuxurio de Bérchul, que fueron crueles perseguidores de cristianos, y caudillos de monfis.
El lugar de Cuxurio de Bérchul se alzó cuando los otros desta taa, y los rebeldes dichos con cruelísima rabia entraron lo primero en la iglesia, y haciendo pedazos los retablos y las imágines y la pila del santo baptismo, quebraron el arca del Santísimo Sacramento, y no hallando la sagrada hostia de la Eucaristía, que la habia consumido el beneficiado Pedro Crespo, arrojaron con menosprecio y desden todas las cosas sagradas por el suelo. Luego fueron á saquear las casas de los cristianos, y prendieron al beneficiado, que se habia escondido en casa de un morisco su amigo, y le mataron cruelísiamente. A este lugar llevaron los cristianos que habían captivado en el lugar de Alcútar y Narila, y los mataron á todos delante de la iglesia. Al beneficiado Juan de Montoya, que habia sido preso en Alcútar, sacó uno de aquellos herejes el ojo derecho con un puñal, y luego les tiraron á todos al terrero con las ballestas y con los arcabuces, estando presentes á ello Esteban Partal y Lope el Seniz y otros capitanes de monfís.
Los de Mecina de Bombaron se alzaron tambíen el viérnes en la noche, saquearon luego la iglesia, quebraron los retablos, despedazaron las venerables imágines, deshicieron los altares , y finalmente destruyeron y robaron todas las cosas sagradas; y hallando á los cristianos descuidados, los prendieron á todos y les saquearon las casas. En este lugar arbolaron los rebeldes una bandera de tafetan carmesí bordada de hilo de oro, y en medio un castillo con tres torres de plata, que la tenían guardada de tiempo de moros, y el que la tenía se llamaba Andrés Hami, vecino del mesmo lugar. Prendieron al beneficiado Francisco de Cervilla en su casa, y atándole las manos atrás, le dieron muchos bofetones y palos, y le llevaron de aposento en aposento, hasta que les entregó el dinero y la ropa que tenía; y después sacándole fuera, se adelantó un moro que solía ser grande amigo suyo, y haciéndose encontradizo con él en el umbral de la puerta, le atravesó una espada por el cuerpo diciéndole : "Toma, amigo; que mas vale que te mate yo que otro;" y allí le acabaron de matar los sacrílegos á pedradas y cuchilladas. Y no contentos con esto, tomó uno de los que allí estaban un palo, y le quebrantó todo el cuerpo á palos desde los piés hasta la cabeza; y otro dia de mañana le sacaron arrastrando fuera del lugar, y le echaron en un barranco. No mucho después mataron todos los cristianos que tenian captivos, y entre ellos al beneficiado Juan Gomez el viejo y al cura Juan Palomo, haciendo en ellos mil géneros de vituperios y crueldades. Fué cruel perseguidor de cristianos en este lugar Miguel Daloy, alguacil dél.
El lugar de Válor está en dos barrios; el alto y el bajo; entrambos se alzaron el viérnes en la noche. Los cristianos clérigos y legos que allí moraban se recogieron, en sintiendo el alboroto, a la torre de la iglesia del barrio bajo, donde estuvieron con harto cuidado aquella noche. Los moros saquearon y robaron la iglesia del barrio alto y las casas de los cristianos; y otro día de mañana los cercaron en la torre, y asegurándoles Bernardino Abenzaba que no les harían níngun mal, los captivaron a todos; y desque hubieron destruído y robado tambien aquella iglesia, los llevaron maniatados a unas casas, y allí les predicaron algunos días la seta de Mahoma; y viendo que aprovechaba poco su predicacion, porque todos decían que eran cristianos y que habían de morir por Jesucristo, sacaron los herejes a los hombres desnudos y maniatados fuera del lugar, y poniéndolos á terrero, les tiraron con arcabuces y ballestas. Los primeros que mataron fueron tres beneficiados, llamados el bachiller Delgado, Alonso García y Tejerína, y dos sacristanes, que el uno se decía Francisco de Almansa. Deste lugar era natural don Hernando de Válor, mas no se halló allí aquel día; y si bien se hallara, no dejaran de hacer estas crueldades, a las cuales no quería contradecir, por tener el pueblo mas culpado, mas oblígado, y con menos confianza de perdon; y por esta razon, si unas veces las permitía, otras muchas las mandaba hacer, porque le tuviesen por enemigo de cristianos.
El mesmo día y en la mesma hora que se alzó Válor, se alzaron los lugares de Yégen y Yátor, en los cuales no fueron menores las crueldades que usaron los enemigos de Dios. Destruyeron y robaron las iglesias y las casas de los cristianos, captiváronlos a todos, y haciéndoles muchos malos tratamientos, vinieron después a darles cruelísima muerte; y entre ellos mataron al bachiller Bravo y a su sacrístan, y un vecino que se decía Juan de Montoya, que se escapó herido de una saetada en la cabeza, fué a parar á Ujíjar, donde tambien fué muerto con otros muchos cristianos que allí había.
Los Ceheles son dos taas que están juntas en la costa de la mar; la que cae á poniente llaman Zueyhel, nombre diminutivo, porque es más pequeña que la otra. Esta confina á poniente con la sierra de Jubilein, en la entrada de la Alpujarra, donde están los lugares de Rubite, Bárgix y Alcázar, y con la taa de Orgiba. El Cehel grande tiene a levante la tierra de Adra; y á entrambas taas la baña al mediodía el mar Mediterráneo, y á la parte del cierzo confina con la taa de Ferreira, con la Jubiles y con parte de la de Ugijar. Hay en ellas once lugares, llamados Albuñol, Torbiscon, Turon, Mecina de Tedel, Bordemarela, Déitar, Cojáyar, Forónon, Múrtas, Jaryrata y Almejijar. Esta tierra es de grandes encinares y de mucha yerba para los ganados; cógese en ella cantidad de pan. Lo que cae hacia la costa de la mar, es muy despoblado, y por eso es muy peligroso, porque acuden de ordinario por allí muchos bajeles, turcos y moros de Berbería. Cercan estas taas dos ríos; á la parte de levante el que llaman río de Adra, y á poniente otro que nace en el propio Zueyhel cerca de la mar; y corriendo la tierra adentro hacia tramontana, dando muchas vueltas, se va a juntar con el río Alcázar que baja de la sierra de Jubilein, por bajo el lugar de Escariántes, que es de la taa de Ujijar.
La taa de Ujijar está en medio de la Alpujarra: es tierra quebrada, aunque no tan fragosa como las otras taas que hemos dicho; la cual confina a poniente con la taa de Jubiles, á tramontana con la Sierra Nevada, al mediodia con el Cehel grande y con tierra de Adra, y á levante con la taa de Andarax. Cógese en esta tierra cantidad de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y tiene muy buenos pastos para ganados mayores y menores. La cria de la seda no es tanta en Ujijar ni se hace tan fina como en las otras taas, ni tienen los moradores tantas arbolesdas. A levante y a mediodia cerca esta taa un rio que procede de unas fuentes que salen de la laguna grande que se hace en la cumbre alta de Sierra Nevada, cerca del puerto de la Ravah, que en arábico quiere decir recogimiento de aguas. Este rio hace al principio dos brazos; el mayor corre hacia poniente, y va haciendo muchas vueltas y ensenadas sin llegar a lugar poblado hasta Escariántes, y alli se juntan con él otros dos rios que proceden tambien de la mesma sierra. El otro brazo corre hacia levante, y atravesando la taa, viene a pasar a poniente de Ujíjar de Albacete, así llaman los moros a este lugar, el cual tuvo título de ciudad, siendo el rey Abdilehi Zogoybi señor de la Alpujarra. De la mesma fuente que sale el rio que hemos dicho, procede otro que lleva su corriente mas a levante, y va a pasar junto con el lugar de Laroles, y de alli vuelve a Ujíjar, y se junta con otro brazo que procede de otra fuente que nace a levante de la laguna dicha, y en unas sierra